(UN WESTERN CREPUSCULAR) La gente comenta que con actores noveles esta historia hubiera pasado bastante desapercibida. Y todo puede ser, pero si basas una película en unos certeros y ágiles diálogos, lo mejor es disparar sobre seguro. Cesc Gay no debía saber a qué actor escoger para su película y decidió pedírselo a todos. Ahí va la lista de tags: Ricardo Darín, Luis Tosar, Javier Cámara, Eduardo Noriega, Leonor Watling, Leonardo Sbaraglia, Candela Peña, Eduard Fernández, Alberto San Juan, Cayetana Guillén Cuervo, Jordi Mollà y Clara Segura.
Con todo este elenco, Gay ha realizado un film ameno, inteligente, entretenido y tragicómico donde las mujeres transmiten una imponente seguridad y los hombres disparan con la pólvora mojada. El autor de las brillantes En la ciudad y Ficció consigue que no apartemos en ningún momento la mirada de la pantalla gracias a los duelos interpretativos de unos grandes actores que se nos van presentando para enseñarnos que nada es lo que parece y que todo nos suena. Los actores viven con sus parejas, con sus mascotas, con sus madres, con sus amantes, con sus miedos, con sus oscuros secretos, con sus antidepresivos y con sus frustraciones. Varias historias, protagonizadas por dos actores cada una, que muy bien funcionarían como piezas independientes pero que están perfectamente hiladas en su desarrollo y ensambladas en su epílogo. Y todo ello con la crisis de identidad masculina como fondo y la poca capacidad de los hombres para sincerarse y abrirse. La analogía del título con una película del oeste se podría traducir en un western crepuscular. Un lugar donde los héroes ya no son lo que eran y las chicas guapas no necesitan que nadie las salve. Una ciudad salvaje donde el silencio impera y donde el tiempo no pasa en balde.
Aunque todo el reparto está a un alto nivel, a positivar sobre todo a cuatro de los actores: al entregado Eduard Fernández, al arrepentido Javier Cámara, al abatido Ricardo Darín y a Candela Peña, la más rápida del oeste.
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