Descendiente formal (y admitida) de El hijo de Saúl, canjeando el campo de concentración por un patio de colegio, la ópera prima de Laura Wandel utiliza los mejores códigos posibles para trasladar sus inquietudes. Una opresora película, entre abrazos, que impulsa las sacudidas gracias al nervio de la cámara, al sugerente encaje del fuera de campo y a una pequeña actriz protagonista admirable.
Toda persona adulta que quiera aparecer en Un pequeño mundo debe agacharse y ponerse a la altura de los niños. Esta película no pertenece a los adultos, incluso sus personajes no acaban de estar del todo dibujados. No importa. Es el pequeño mundo el que nos importa: la dureza de intentar encajar en un reducido universo que marca el porvenir y forja la personalidad. Es por eso por lo que Nora debe posicionarse entre la integración o proteger a su hermano mayor, víctima de acoso. Es por eso por lo que no hay que juzgar sino acompañar. Porque, desde el instante en el que Nora suelta la mano de su padre, su primer día en primaria, nos la coge a nosotros y ya no nos la suelta.
No Comment