No se puede hablar mal de Un amigo extraordinario. Imposible. Ni A positivar ni el crítico más rígido y disonante. Marielle Heller, la directora de la valiente The Diary of a Teenage Girl y la sugerente ¿Podrás perdonarme algún día?, se pone algo más Capra para lanzarnos bondades sobre Fred Rogers: un célebre personaje de la cultura popular, familiar y televisiva estadounidense que, al cambio patrio, podría ser una especie de Torrebruno en alto y presbiteriano. Y si Heller adaptó una novela en su ópera prima y unas pequeñas memorias en la segunda de sus incursiones cinematográficas, esta vez ha apostado por un artículo de la revista Esquire. Una crónica que cambió la vida del periodista que la escribió.
En Un amigo extraordinario nos hablan de la convulsionada existencia de Lloyd Vogel (el cronista) y de cómo el santo presentador la apacigua. Poco más se puede apuntar sobre esta fábula, comedia, melodrama, musical, biopic y feel good movie que no puede molestar a nadie, ya que está muy bien escrita y realizada, y perfectamente interpretada por Matthew Rhys y, sobre todo, por Tom Hanks, aquí en uno de los papeles de su carrera.
Eso sí, hay que ver la película en versión original; más que nada para que no parezca que Tom Hanks está imitando a un Forrest Gump, con 60 años, que ha pasado por el logopeda.
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