(FASCINANTE) Paul Thomas Anderson no es normal. Su cine es arriesgado. Sabe que tiene un poder divino para el mundo del celuloide con el que puede conseguir que lluevan ranas o que Tom Cruise esté creíble. Paul Thomas Anderson empezó a finales de los noventa con Boogie Nights y Magnolia, dos muy buenas películas que además eran, pese a su duración, totalmente digeribles. El paso del tiempo no ha rebajado en absoluto el largo metraje de sus productos, pero su mano firme y cada vez más personal, le ha añadido a su cine el riesgo de que los espectadores se vayan de las salas donde se exhiben sus películas debido a que no pueden tragar con algo que no les entretiene. Estamos ante un director y guionista que, como Terrence Malick, ofrecen trabajos donde el público debate entre la obra maestra y el fraude. Son películas que te gustan o no. Parece que no hay término medio.
El día que fui a verla me encontré en la salida con un conocido. Una persona de la que no tenía ni idea de sus gustos cinematográficos. Le pregunté qué le había parecido la película y me contestó: “La verdad es que no me ha gustado nada. A partir de la media hora he estado jugando con el móvil porque no entendía lo que me querían contar”. Yo, como siempre, pensé que para gustos los colores. Algo que quedó remarcado por su cierre del diálogo: “Ayer fui a ver Hansel & Gretel: Cazadores de brujas y esa sí que me gustó, y muchísimo”. He ahí la grandeza del cine. Hay de todo y para todos. Eso sí, si tu película preferida es Crepúsculo no vayas a ver El árbol de la vida a no ser que el objetivo sea una cita con fines de cópula. Al igual que si te encanta Hansel & Gretel: Cazadores de brujas no vayas a ver The Master.
The Master nos cuenta la historia de la posguerra mental y física de Freddie Quell, un veterano de la Segunda Guerra Mundial que no encuentra en su regreso a casa ningún estímulo. Un individuo de carácter individual, inestable, alcohólico, sexual y autodestructivo que encuentra en Lancaster Dodd un maestro que puede llevarle por el buen camino. Un buen camino filosófico-espiritual llamado “La Causa”, que según cuentan es una forma inventada de llamar a la Iglesia de la Cienciología.
Es el principio de la película una descripción del personaje de Freddie Quell. Vemos su imposibilidad de vínculo, su falta de tacto, sus adicciones y su disfuncionalidad mental. Un personaje interpretado algo histriónicamente por Joaquin Phoenix, pues su personaje, aunque bien definido, canta a método por todos lados. Un personaje que se nos va describiendo y que no evoluciona hasta que conoce al líder de “La Causa”. Es entonces donde se precisa el personaje del líder de la secta, desentrañado por un convincente —como siempre— Philip Seymour Hoffman. En ningún momento vemos una denuncia clara al mundo de las sectas, sino que vemos una película que basa su eje argumental en la yunta entre maestro y pupilo, entre padre e hijo, entre dos personas que se necesitan, entre dos personas que, cada uno a su manera, están enfermas. Anderson no ha buscado un film comercial y morboso —como muchos se esperaban— que hablara de cómo ciertas sociedades místico-lucrativas crecieron en la América de los 50, sino que se ha basado en la dualidad entre secta y adepto para entrar en la mente de las dos partes: feligrés vs. líder.
Grabar la psique de los personajes es algo que no viene simplemente determinado por sus diálogos o acciones, sino que viene reforzado por los silencios, por el espectacular enfoque-desenfoque que maneja el realizador y por una banda sonora extraordinaria e hipnótica compuesta por Jonny Greenwood, integrante de Radiohead. Por eso The Master puede que no sea una película dinámica y pirotécnica, pero en mi opinión sí es compleja y enormemente seductora, amén de elaborada por alguien que sabe mucho de cine y que propone nuevas formas de retarnos. The Master es una gran película. De Hansel & Gretel: Cazadores de brujas no puedo decir nada porque no la he visto.
A positivar todas las secuencias donde Hoffman y Phoenix se quedan a solas, sobre todo la de la regresión que efectúa el maestro a su inestable fiel y la escena de la cárcel.
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Tendré que verla porque Magnolia es una de mis pelis favoritas.