Septiembre 5 es una muy entretenida película de hora y media de duración. Un thriller inquieto y eficaz que narra las posiciones y decisiones que un grupo de periodistas deportivos tuvieron que tomar ante el primer ataque terrorista retransmitido en directo por televisión. El 5 de septiembre de 1972, en las Olimpiadas de Múnich, un grupo de atletas israelíes fueron secuestrados por miembros armados de la organización terrorista Septiembre Negro. Supongo que el mes en el título tiene doble referencia: fecha y ejecutantes.
Que en un solo párrafo haya utilizado la palabra ‘terrorista’ en dos ocasiones, me hace pensar en lo complejo que es intentar ser ecuánime ante una audiencia que puede estar sesgada; pues se trata de un término que en el filme no utilizan gratuitamente al no tener la suficiente información y, sobre todo, al tratarse de un equipo especializado en retransmisiones deportivas. El conflicto entre Palestina e Israel continúa, muchos años después de sus orígenes y de este acto armado contra población civil (el de la película), en inclemente y penosa actualidad. Obviamente, los malos van cambiando de bando.
Y son precisamente el conflicto, como definición, y la inmediatez de la noticia los escenarios que consiguen que en Septiembre 5 no haya un momento de descanso. Cómo actuar ante la posible emisión de una ejecución en directo, qué lenguaje utilizar ante diversos trances, cómo permanecer ante familiares e, incluso, terroristas que pudieran estar viendo la acción en televisión y diversas cuestiones de ética periodística a dilucidar ante el apremiante directo y no mediante una guía del buen hacer son asuntos (o, lo dicho, conflictos) que ayudan a sostener el ejercicio. Y no solo eso, pues el claustrofóbico ambiente, las demostrativas imágenes de archivo, el excelente pulso narrativo del director Tim Fehlbaum y unos intérpretes que, aunque conocidos, no nublan con su imagen o renombre una historia basada en la credibilidad, hacen de Septiembre 5 una grata sorpresa escondida en la actual y ruidosa cartelera.
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