(CINE DEL QUEBEC. CINE CON CLASE.) En Canadá existen dos formas diferenciadas de manufacturar películas: una industria sin identidad que simplemente parece una extensión de Hollywood, pues la gente suele desconocer que Jim Carrey, Keanu Reeves, James Cameron o Mike Myers, entre muchos otros, son canadienses, y otro cine, el quebequés, que aunque no muy prolífico, consigue saltarse las normas de lo comercial y presenta un cine poco displicente, de gran fuerza y en lengua francesa. Y para muestra unos cuantos botones: esa obra de arte del malogrado Jean-Claude Lauzon llamada Léolo, las exitosas películas de Denys Arcand El declive del imperio americano y Las invasiones bárbaras, la ingeniosa y espectacular C.R.A.Z.Y y la reciente y devastadora Incendies.
Profesor Lazhar es la última película quebequesa que he podido disfrutar. El film cuenta la historia de Bashir Lazhar, un profesor de origen argelino que es contratado como sustituto de una profesora de primaria que ha muerto de forma trágica y voluntaria en el aula donde daba clase. La peculiar forma que el maestro tiene de enfrentarse tanto a sus impresionados alumnos como al sistema educativo canadiense son el hilo conductor de esta estupenda película. El director, Philippe Falardeau, nos invita a constantes debates de manera totalmente objetiva y poco partidista. De todas las preguntas con las que salí de la sala me quedo con una: ¿Debe ser un profesor un mero transmisor de contenidos o puede implicarse personalmente y convertirse en un educador?
A positivar una secuencia en la sala de reuniones de los profesores donde hablan de que una cosa es no darle un cachete a un niño y otra muy diferente no poder ni tocarlo. Con respecto al tema tratado, el profesor de gimnasia (perdón, educación física) comenta que para enseñar a los pequeños a saltar el potro debe tocarlos y para evitar peloteras paternales o querellas lo único que hace todo el año es “hacerles correr y darle vueltas al gimnasio como si fueran gilipollas”.
En resumen, otra buena película en lengua francesa que entra en las aulas para enseñarnos un cine respetuoso y cuidado: sin gangsters juveniles deseosos de convertir el colegio en un mercado de la droga, sin amores entre la capitana del equipo de animadoras y el quarterback del equipo de fútbol; sin un protagonista que, después de acostarse con casi todas las chicas del instituto, se da cuenta de que está enamorado de su amiga de toda la vida, y sin baile final en la fiesta de fin de curso.
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