Jack’s goes boating fue primero un off-Broadway que triunfó en la cartelera teatral neoyorquina; deduzco que, además de por el texto, por la calidad de sus actores. Uno de ellos era un genio de la interpretación, que nos dejó hace casi dos años, llamado Philip Seymour Hoffman. Debía ser muy intenso ver a semejante intérprete encima de un escenario. Todavía se cuenta que su papel en Muerte de un viajante lo dejó tan traumatizado que ahí comenzó su inestabilidad. No lo sé. Sin embargo, todas las noches metido en la piel de Willy Loman sería, cuanto menos, algo vital. Y más cuando hablamos de alguien que consigue hacer desaparecer a su persona tras el personaje que sea.
Hoffman decidió llevar a la gran pantalla la obra y pidió al autor del libreto que adaptara el guión. Una película menor que no hubiera llegado a las carteleras españolas si no fuera por el desgraciado fallecimiento de su director. Porque Una cita para el verano (título para España de Jack’s goes boating) es la única película dirigida por el genial actor. Su particular, salvando las distancias, Noche del cazador. Y si puede compararse a Phillip Seymour Hoffman con el imponente Charles Laughton a nivel interpretativo, la película se queda muy lejos.
Aún así la película se deja ver. Los actores la hacen suya y podemos entrar perfectamente en una historia de amores desacostumbrados, de parejas que se secundan y de entes que no están formados para el romance. Un conductor de limusinas con gustos rastafaris conoce a una agente comercial de una funeraria. Ayudado por un amigo, y la mujer de éste, decide aprender a hacer cosas que le ayuden en su cortejo: nadar y cocinar. Muy Sundance.
Jack’s goes boating es un filme menor, decente y dinámico, donde se siguen viendo las dotes interpretativas de su autor; aunque en bastante menor medida sus recursos tras la cámara. Así que A Positivar a Phillip Seymour Hoffman y a todos sus papeles. Todos.
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