Vamos a tocar el tema del maltrato animal en la industria alimenticia y, de paso, ponemos varios millones de peros a los, cada vez más anchurosos, realities. Se añade a la pauta una mixtura de actores coreanos con anglosajones de la talla de Tilda Swinton, Paul Dano y Jake Gyllenhaal (en un registro donde la introspección de sus últimos papeles deja paso a una histeria tan sobreactuada como controlada). Un director coreano, Bong Joon-ho, con sus guiones y su increíble poderío narrativo y técnico a los mandos. Y, de fondo, la polémica de Netflix en Cannes por su negativa de estrenar la película en salas antes de en su plataforma. La consecuencia es Okja.
El filme nos traslada las malsanas intenciones de una corporación cárnica que produce cerdos gigantes, modificados genéticamente, para que los críen los mejores ganaderos del mundo. Uno de esos cochinos es Okja, que está bajo la tutela de un criador coreano y, sobre todo, de su nieta Mija. Pero diez años después de traspasar su custodia, los animalicos deben volver a Nueva York para hacer salchichas con ellos. Mija, obviamente encaprichada de Okja, no sabía nada al respecto y decide no dejar que el gigantesco emporio se salga con la suya.
Cine familiar con mucho ritmo y dividido en dos actos marcados: la convivencia de Mija y Okja, de una factura más japonesa y donde el amor y el respeto afloran en cada plano, y un segundo episodio de rescate y acción trepidante. Un entretenimiento tolerable para un ocioso sábado por la noche que ni marca ni se desmarca. Está bien.
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