Fern es una mujer, viuda de pareja, empleo y entorno, que decide echarse a la carretera para hacer del excedente un camino. Recuerda, en ciertos aspectos, a Una historia verdadera, ya que son los personajes que encuentra en su simbólica ruta los que hacen acopio de intención y mensaje; sin embargo, esta vez, Fern no tiene un destino al que acogerse. La meta se convierte en escalas y lo cíclico en metáfora del paso de la vida. Algo excesivo, si se me permite, la utilización del plomizo atardecer en todas y cada una de las secuencias. Pero no importa cuando es Frances McDormand la que recorta silueta a contraluz. Sensacional el trabajo no verbal de la actriz norteamericana.
Que la cineasta Chloé Zhao destila talento, sobre todo para retratar figuras y paisajes desalentados, nos quedó claro desde esa maravilla llamada The Rider. En mi opinión, una obra algo superior a la que en este texto se valora; no obstante, con Nomadland, se posiciona como una directora a no dejar pasar. Una realizadora que apunta con su objetivo, apoya con sus pulidos textos y, lo mejor de todo, no es nada condescendiente con sus personajes; simplemente, hay que acompañarlos en su camino.
Es curioso, para terminar, que Zhao retrate de forma tan ejemplar y antropológica el ambiente estadounidense y que su siguiente trabajo sea para el universo Marvel (Eternals). Mis prejuicios hacia un cine que no me interesa mucho pueden jugarme una mala pasada. Habrá que positivar.
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