(ME & THE STROMBOLI) Supongo que, en el caso de que se estrene algún día en nuestro país, el título de la película será Orson Welles y yo. Sin embargo, no me extrañaría que la titularan Peloteo entre bambalinas, Amor en las tablas, La fauna de Broadway, La vida es puro teatro o alguna tontería parecida. Pero como no ha llegado aquí, la dejamos con su título original. Me es un joven (Zac Efron) llamado Richard Samuels que tiene la gran suerte de cruzarse un día en el camino de Orson Welles mientras está preparando el inminente estreno de la obra shakesperiana Julio Cesar en un teatro de Broadway. Aunque Welles es desconocido todavía como director de cine —estamos en el año 1937—, ya empieza a despuntar como actor y director teatral. El joven Richard cae bien a Orson y consigue un pequeño papel en la obra.
El personaje vertebrador y guía de la narración es Richard Samuels; pero es Orson Welles, interpretado impresionantemente por el debutante Christian McKay, el que apunta y dispara en cada secuencia y el que introduce la mayoría de los conflictos en la historia. Y los conflictos, aunque la mayoría comunes en el caso de este film, están perfectamente resueltos: la ilusión de entrar en el mundo del espectáculo, la desilusión de descubrirlo, el egocentrismo de las estrellas emergentes, la infidelidad, el hacer cualquier cosa por triunfar y el pánico escénico.
Como fan que soy de las extraordinarias Antes del amanecer y Antes de atardecer, tenía que ver una nueva obra de Linklater. Los diálogos de Me & Orson Welles no tienen nada que ver con el realismo verborreico de las anteriores películas, pero aún así estamos ante una película de época dinámica, divertida, muy bien realizada y donde vemos todos los conflictos anteriormente citados, combinados con muy buenos momentos teatrales. Está claro que el director ha mezclado teatro y cine perfectamente. La pena es que si os apetece verla, solamente puedo recomendaros medios legalmente dudosos, pero necesarios si siguen subiendo el IVA o si siguen ninguneando productos interesantes. Eso, o hacer como yo, ir al posiblemente mejor videoclub del mundo: el Stromboli (Ruzafa, Valencia).
Ya que he positivado gran parte de la película, voy a poner un negativo a algo. Un negativo para la secuencia en la que Zac Efron tiene que cantar dentro de la obra teatral, pues durante unos segundos y por su forma de cantar parece que estés viendo High School Musical 3.
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