– ¿Te acuerdas cuando te dije que si deseas algo y luchas con fuerza tus sueños se cumplirán?
– Sí papá.
– Mentira, siempre habrá alguien mejor que tú.

Esta exhortación de Homer Simpson a Bart puede parecer algo dura de inicio, sin embargo encierra un propósito de enmienda con el objetivo de que su primogénito no piense que las cosas son tan fáciles como en las películas de David O. Russell. No es manía al director, guionista y productor neoyorquino. Es a su cine. Sus últimas obras no me acaban de persuadir y sigo sin entender su cantidad de nominaciones y su repercusión. ¿Él lo entenderá o es más publicitario que artístico?

En esta ocasión utiliza la existencia de Joy Manglano, una trabajadora y tenaz ama de casa que acabó siendo una afamada inventora de productos para el hogar y muy popular en la teletienda americana, para realizar su último filme. Una mujer luchadora que acabó demostrando que el sueño americano es posible; jódete Homer J. Simpson.

Que sí. Que la película, aún sin nada nuevo, es digestiva y los actores —sobre todo su Jennifer Lawrence— están bastante bien. Pero por qué no profundiza, por qué se nota tanto que se le acabaron de golpe las ideas y necesitó de nuevos y (supongo) inventados conflictos para la trama; conflictos más trillados que su banda sonora. ¿Habrá entierro en típico cementerio de verdes superficies? ¿Logrará la protagonista todos sus propósitos? ¿Tendremos secuencia de Jennifer Lawrence rompiendo los esbozos pegados en la pared y dándolo todo por perdido? ¿Habrá historia de amor entre Jennifer y Bradley Cooper? ¿La historia nos la contará un muerto? ¿Oiremos disparos? Solamente —no sigas leyendo si no quieres pistas— una de las preguntas tiene respuesta negativa.

Pastiche lo llaman; y reconozco que David O. Russell lo ha convertido en técnica y en estatuillas para su estante. Después de “más que una película es un collage” y “más que una película es un collage 2” llega Joy. A Positivar la singularidad de que todo el mundo en la película esté divorciado y a Jennifer Lawrence.