La gradual desubicación social del héroe precisaba de una desubicación temporal para expresarse. Martin Eden solo tenía un entorno al que acogerse; un paisaje marítimo, humilde y de supervivencia. Si bien el destino, al defender a un joven burgués de ser apalizado, le llevo a descubrir que existía otro mundo más refinado, más culto, más romántico, más equilibrado, más de tacitas. Ahí empieza la desubicación de Martin y del espectador. No importan los anacronismos, que después de ver un vestido de l’Ottocento aparezca una televisión apagada, no importa saber en qué época exacta transcurre la acción; al igual que no importa el bando al que te anexes. Nunca vas a ser feliz del todo.
Martin Eden descifró, tras el incidente que le llevó a una mansión liberal y educada, que quería ser escritor. Quería escribir para enamorar a la joven hija que allí habitaba y para enamorarse de sí mismo. Descubrió que no necesitaba posicionarse ante ninguna causa social, política, filosófica o ideológica, sino que prefería el idealismo más individual. Empezó a leer, a obtener vocabulario e información y a mandar sus relatos a diferentes revistas en busca de sustento. Empezó a escribir sobre el ambiente despiadado en el que había crecido para alcanzar su propia mansión. Primero estaba triste porque añoraba un ambiente elevado y cuando lo consiguió tenía nostalgia de sus orígenes. Martin Eden nunca va a encontrar su identidad porque siempre habrá una bifurcación. Hasta el final.
Pietro Marcello ha compuesto una obra mayor. Queriendo imitar a los grandes clásicos italianos y europeos, ha reproducido hasta sus texturas. Y le ha salido perfecto. Y personal. Una estructura repleta de lirismo e, igualmente, de naturalismo. Imágenes de archivo encajan de manera sublime con el resto del relato granulado y con unos encantadores 16 milímetros. Todo parece tener dos pendientes, como en la vida del protagonista; pero todo encaja. Martin Eden nos ofrece una enorme reflexión sobre la búsqueda de tu lugar en esta humanidad polarizada. Supongo que el libro de Jack London en el que está basada también. Pero no lo he leído. Y lo siento porque ya no sé si quiero hacerlo. Por lo menos en un tiempo.
Martin Eden ha llegado 6 días tarde a mi lista de mejores películas de 2020; porque, seguro, la hubiera encabezado.
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