(WILLIS CONTRA WILLIS) La sinopsis de la Web oficial de Looper dice que en el año 2072 los asesinatos están terminantemente prohibidos. Lo que habría que decirles a los guionistas es que matar gente, aparte de ser un pecado importante de aquellos mandamientos de Moisés, nunca ha sido legal del todo. Aunque no tiene mucha importancia, pues es un dato en voz en off que no ocupa más de un par de minutos del prefacio del film. Bueno, sigo. En ese mismo año, en el que yo estaré a puntito de cumplir un siglo de vida, ya estarán inventados los viajes en el tiempo. Entonces la mafia —hay cosas que nunca cambiarán— se adueñarán de la maquinita y enviarán a sus objetivos al pasado, a 2042, donde unos sicarios llamados Loopers se encargarán de matarlos y deshacerse del cadáver. Eso sí, en el año 2042 los asesinatos no están tan mal vistos; y si veis la película, aunque siguen siendo ilegales, os daréis cuenta de la ley del talión que existe y de que hay más armas que en la casa de Charlton Heston. Los Loopers se dedican a disparar a personitas enmascaradas y amarradas de pies y manos, a cobrar dinerito fácil, a conducir buenos coches, a drogarse y a salir de fiesta. El único pero a tan buena vida es que hay un momento en que deben matar a su yo del futuro, cobrar una buena pasta y dejar de ser un Looper; es lo que se llama cerrar el bucle.
Resulta que la peliculita tiene un punto más de lo que yo esperaba. Aunque tiene elementos típicos de los films de traslados temporales, algún parecido a algunos episodios de la saga Terminator e incluso pude percibirle cierto mensaje filosófico tipo Blade Runner, lo que sí es original es la forma de contarlo. Se pueden extraer códigos cinematográficos de buen thriller y de cine negro; que ya utilizó el director (Rian Jonhson) en su ópera prima Brick; más tranquila que ésta y sin ciencia ficción, pero bastante interesante también. Incluso la idea de que cazador y víctima sean la misma persona tiene algo que, por lo menos a mí, no me suena visto.
Entremos en el párrafo de lo no tan bueno. Bruce Willis es Joe, el protagonista del futuro y Joseph Gordon-Levitt es también Joe pero con 30 años menos. Joseph, ayudado de un colmo de prótesis para parecerse a su yo mayor, se ha debido ver la filmografía completa de Bruce para repetir sus miradas, sus gestos y todo su talante al espetar frases contundentes, y como eso era mejor que hacer lo mismo con el señor Willis, le quita algo de realismo y de tranquilidad a la interpretación del protagonista de (500) días juntos. Además, me di cuenta de que si maquillas a Joseph Gordon-Levitt para que se parezca a Bruce Willis te sale algo parecido a Enrique Iglesias. Además de esta anécdota, hay una secuencia de acción algo excesiva para la manera en la que se desarrolla la película, donde el Joe del futuro pega más tiros que en todas las películas de La jungla de cristal juntas.
Looper es cine de palomitas muy bien hecho, sin historia de amor obligada (aunque sí de necesidad sexual), sin subtramas absurdas que te rompen la narración. Una película que, aunque lejos de convertirse en un referente, deja gotas de un interesante director al que hay que tener en cuenta. A positivar una magnífica y espectacular escena donde una víctima enviada al pasado para su eliminación consigue escapar y empieza, sin sangre, a mutilarse y a desmembrarse mientras fuera de plano su yo joven está siendo torturado; brutal.
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