Es paradójico debatir sobre la poca inquietud y originalidad de la sociedad partiendo de un remake. Sin embargo, yo estaba libre de antecedentes y La profesora de parvulario me pareció una buena película; de esas en las que se habla de forma apocada y se compone la imagen repasando en voz baja. Aún así, se consigue un trabajo intenso y que deja argumentos para el cine fórum.
Sara Colangelo adapta una película israelí y nos muestra a una profesora de jardín de infancia que descubre un enorme talento para la poesía en uno de sus alumnos. Su neutro entorno, la poca contingencia de su existencia, un marido bueno pero con poca determinación y unos hijos en la edad de elegir si la fiesta la hacen en casa o en un polígono, van estampando el día a día de la docente en una sola dirección: salvaguardar al pequeño y lograr que su capacidad se vea bien tutelada.
Decía Picasso: “Todos los niños nacen artistas. El problema es cómo seguir siendo artistas al crecer”. Por eso, la profesora Lisa Spinelli —gran Maggi Gyllenhaal— se postula en benefactora del arte desde la infancia, aunque para ello haya que infringir varias máximas éticas y legales. Todos los personajes en La profesora de parvulario imponen su parte de lógica; y eso es lo interesante: que al terminar hay más preguntas que respuestas.
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