De los creadores de Barbarian (película que no he visto) y un director novel llamado Drew Hancock llega a las grandes pantallas La acompañante. La acertada sinopsis dice que “la muerte de un multimillonario desencadena una serie de acontecimientos para Iris y sus amigos durante un viaje de fin de semana a su finca junto al lago”. Hasta ahí bien. Sin embargo, al examinar el género en una página de esas que consultamos todas y todos, podemos leer: thriller, ciencia ficción, thriller psicológico, comedia negra, inteligencia artificial, terror tecnológico, robots.
Exacto, esta vez dice más cosas la categoría que el pequeño argumento que define intenciones. Y sí, la inteligencia artificial, al igual que Nicolas Cage o los biopics sobre cantantes vivos, es un género que añadir a la retahíla.
Con estos pocos datos, nada críticos, no quiero destriparos mucho más de La acompañante, que para eso ya se basta Iris. Solo comentar que estamos ante una nueva actriz de las que van a dar que hablar (Sophie Thatcher) y que el recurrente y necesario mensaje de la masculinidad tóxica, los sentimientos de las máquinas y la precisión de tener el control de tu propio destino están muy bien ensamblados en su engranaje. Y, además, es bastante divertida. Vamos, una película perfecta para ver en San Valentín y luego dejarlo durante la cena.
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