(CIENCIA Y FICCIÓN) No le pongo nota a las películas. Para dotar de valor numérico (o estrellitas o claquetas) a una labor intimista o comercial necesitaríamos de un baremo que tendría que ir del cero al doce mil quinientos. Situaríamos El apartamento como la perfección cinematográfica y El capitán trueno como el desperdicio fílmico, para a continuación intentar situar el resto en su interludio. Pero no. Estoy en contra de poner nota a las películas. Y más cuando, como es el caso de Interstellar, estás ante algo que te fascina tanto —la mayor parte— como te inquieta. La autoría y el blockbuster se fusionan en la mente de uno de los cineastas de moda, posiblemente con el riesgo de defraudar tanto a sus seguidores como a sus detractores al no llegar a saciar ninguna de sus esperanzas. Claro está que Christopher ha buscado su obra maestra, su gran aventura, su producto filosófico, su film de catástrofes, su comedia de robots rarunos, su homenaje al cine del espacio (y tiempo), su drama familiar y, sobre todo, su película de amor. Tan a galaxias remotas pretendía llegar que puede que le haya faltado algo de combustible, no obstante lejos sí ha llegado.
Visualmente sabía que me iba a gustar. El problema está en el Origen. Su anterior película no fue algo que persistiera en mi memoria más de lo que duraba en pantalla. Pero esta vez le añadió algo más. Ahí está su extenso metraje: 170 minutos de efectos necesitan de algo líquido para que no se te atragante. La historia estaba como ya vista: la tierra está en las últimas y hay que buscar algún lugar en una galaxia remota para ver si allí se puede empezar de nuevo. Se necesita un futuro para la raza humana. En la tierra los electrodomésticos no funcionan, los adolescentes no pueden tener smartphones ni televisión y no les queda otra que leer (la habitación de la hija del protagonista está llena de libros). Algo que hay que remediar inmediatamente. La nave zarpa hacia un “agujero gusano”, cerca de los anillos de Saturno, para asomarse al otro lado y ver si ahí se puede parar a almorzar. Sin embargo, hay algo más profundo en su guión (incomprensible lenguaje científico aparte) pues tenemos mucha ciencia y mucha ficción.
He leído bastantes comentarios sobre el poco rigor de los hermanos Nolan con el texto. Fans de La guerra de las galaxias que decían que “eso” no puede ser. Que si los agujeros negros no sé qué, que si la gravedad no sé menos, que si los humanoides tienen pinta de cajero automático. Pero vamos a ver. ¿Alguien pretendía la obra cumbre del neorrealismo? Tenemos bastante información del espacio —incluso alguna eminencia participa de la partitura—. La ciencia, la geología, las matemáticas y la astrofísica (y más) nos han presentado incontables descubrimientos de lo que sucede por ahí arriba. ¿Y lo que no sabemos? Entonces la literatura, los cómics y el cine se convierten en las naves espaciales que nos llevan donde les sale de (los) la imaginación.
Interstellar, aunque puede que no llegue a sobresalir, es una notable y reflexiva película. Un entretenimiento, rodeado de filosofía y ciencia, que juega muy bien con el tiempo, tanto el fílmico como el espacial; pues hay economía narrativa a la hora de llegar de un planeta a otro o de prepararse para salir hacia lo desconocido o de plantear la muchas veces encorsetada historia de pareja. Y a quien todo esto le aburra, que sepa que, además, tiene unas imágenes brillantes y algunas secuencias de esas que te dejan fascinado. Vamos que no es El apartamento, pero tampoco es El capitán Trueno.
3 Comments
Es de esas películas que gusta más a los que quieren ver un blockbuster que dé que pensar y no tanto a los que buscan una película sesuda con dosis de acción. Yo estoy entre los primeros y la disfruté. Sólo dos apuntes: su anterior película no fue ‘Origen’ sino ‘The Dark Knight Rises’ (sí, esas también cuentan), y hay que reconocer que Nolan sabe trabajar con conceptos que te vuelan la cabeza, como que Dios somos nosotros mismos en el futuro. ¡BOOOOM!
Oye, y lo bien que lloran la Chastain y la Hathaway. ¡Te rompen el corazón!
Fácil. Para ponerle nota solo hay que preguntarse que habría hecho Michael Bay en su lugar.