(LUCHA LIBRE) Hay veces que los prejuicios te hacen perderte el fondo. Channing Tatum presidiendo una película sobre el mundo de la lucha libre no es algo que llamara mi atención; pero un mensaje recomendándomela me lo hizo plantear. A los pocos segundos de empezar el film ya puedes evidenciar que estás ante algo diferente. Sí, es una película sobre lucha libre protagonizada por Channing Tatum, pero nada más lejos de un producto que hinche los pechos de los que esperan ondear banderas, himnos y bandas sonoras enfáticas. Aparece Steve Carrell con un maquillaje que podía dar rienda suelta a su comicidad más exacerbada, pero aguanta el tipo de forma tan imponente que lo acaba convirtiendo en el papel de su carrera —nominación incluida—. Foxcatcher es una muy buena película, narrada con mucho gusto y con un guión, basado en hechos reales, que ha sabido extraer mucho más a lo que podía haber sido una simple película de lucha libre.
Foxcatcher es silencio lleno de contenido. Es, más que contarla, mostrar una historia con atractivos subtextos. El destacado montaje de Foxcatcher nos presenta a Mark y Dave Schultz, medallistas y eminencias en el poco masivo y remunerado sector de la lucha libre olímpica, y al millonario, grotesco y sexualmente ambiguo John du Pont, que pone a disposición de los hermanos su mecenazgo y tutela para lograr que los Estados Unidos sigan ganando a los rusos (y a quien se ponga por delante) en el deporte del tapiz y las mallas. John acoge a Mark en su seno, en su mansión y en su gimnasio, esperando que Dave siga sus pasos.
Desde la genial presentación de los dos hermanos, haciéndose llaves físicas y emocionales en un sutil y fílmicamente coreografiado entrenamiento, percibes una narración diferente y matizada, sin necesidad de reforzar con peroratas, y con una fotografía apagada que concede a la película una atmósfera que, como la lucha, va por libre y no busca el beneplácito del público. El existencialismo se pregona en miradas frente al espejo o en madres que miran desde lejos. El director, Bennett Miller, retrata desde fuera las mezquindades de un asquerosamente rico heredero que hace y deshace, mientras su real mamá aprueba desde la mansión sobre el altozano. Steve Carrell dibuja espléndidamente un personaje tan pobre que sólo tiene dinero y armas. La fragilidad del éxito y la debilidad camuflada de músculos, así como el capitalismo como competencia constante, están radiografiados en la pantalla, quizá solamente equilibrados por el personaje de Marc Ruffalo que aporta algo de conformismo.
Bastantes secuencias que positivar en una película de la que ni sabía ni esperaba nada. Así que, si vais a verla, no os documentéis sobre los hechos reales (spoilers no) ni aguardéis dinamismo. Esperad a ver qué pasa. Los que han ido por el cartel o por el protagonista, esperando el blockbuster, igual han pensado que el planteamiento era excesivamente lento y faltaban hostias explícitas. Y tienen razón; razón de la buena.
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