(LA ISLA MÍNIMA) Al salir de La isla mínima pensé que no podía ocurrir otra vez. No podía pasar, dos años consecutivos, que la primera proyección oficial a concurso ganará la Concha. Pero la cosa estaba bien. Muy bien. Cuando entras y te acomodas a su lenguaje; cuando descubres, como descubrió Nancy en su tesis, que lo que hablan no sólo es castellano sino andaluz, entonces todo funciona. La fantástica fotografía, la sugestiva banda sonora, las importantes interpretaciones y su muy bien trabajado guión logran una gran película. Alberto Rodríguez es desde After —y antes— un cineasta a tener en cuenta. Se nota que sabe lo que quiere y que lo sabe hacer bien. Y esta vez quería contar la historia de dos policías opuestos ideológicamente que son expedientados y enviados a unas marismas a investigar la desaparición de dos chicas adolescentes. Un penetrante e intenso thriller que, parecidos con True Detective aparte, se va a convertir en una de las películas españolas del año y (supongo) futura receptora de Goyas. La fotografía de Alex Catalán y el inmenso papel de Javier Gutiérrez ya han sido premiados en Donosti. Algo me dice que repetirán.
Entre El niño y La isla mínima hay algo que aprecio: qué bien se están rodando las persecuciones últimamente. No sé si tiene que ver con los paisajes del sur, pero entre mares y marismas, los vehículos se desenvuelven bien y sus coreógrafos todavía mejor. La persecución entre humedales de la película de Rodríguez es oscura, terrosa, sorpresiva y genial. Empezamos de manera destacada. Que siga la fiesta y el festival.
(UNA NUEVA AMIGA) Esta vez Ozon no se iba a llevar la Concha al agua. El film era una especie de pastiche del que se podía intuir algo de Almodóvar, un poco de Dolan, un poquito más de Achero Mañas y reminiscencias de Veber. Aunque todo ello envuelto en un cierto toque François Ozon, eso sí. Entretenida en su visionado, la película es fácilmente olvidable y pude darme cuenta de que, conforme se sucedían los días, nadie la tenía muy en cuenta. Su inicio, aunque no original, es preciso, bien narrado y divertido. El problema son sus dos últimos tercios excesivamente encorsetados y serios para tanto giro argumental. Sinopsis: una mujer, tras el fallecimiento de su mejor amiga, decide cuidar del hijo y del marido de ésta. Pero, oh sorpresa, de repente (muy al principio, nada de spoiler) el marido de su mejor amiga se ha convertido también en su mejor amiga (no es un gazapo: amiga, con “a” de Almodovar). A positivar una gran secuencia —hablamos de un muy buen realizador— en un club de ambiente, con significativa y penetrante actuación incluida.
(SILENT HEART) Hace unos cuantos meses leí en un periódico la diferencia entre la eutanasia activa y el suicidio asistido. Y en relación al segundo de ellos, el suicidio activo, acompañaba una crónica entre lúgubre y emocional de un hombre de avanzada edad que reunió a su familia para celebrar con ellos su último fin de semana antes de morir. Una noticia que me pareció impactante, dura para la familia del protagonista y, sobre todo, muy cinematográfica. El oscarizado Bille August quizá leyó la noticia o quizá no, pero no tuve más que acordarme de ella en cuanto empezó el film. Silent Heart ocurre en Dinamarca, país en el que todavía la eutanasia está penalizada; algo que añade un conflicto clave a la trama. Un argumento duro, bien llevado por su director y sin juicios de situación, pues son los personajes los que nos expresan sus opiniones mientras se despiden de su madre, abuela, suegra, amiga y esposa. Vamos, que comedia no es. Una película honesta y bien interpretada pero a la que en mi opinión le faltaba algo. Una secuencia familiar (A Positivar) alrededor de un porro me despierta algo de mi letargo de cine de sobremesa —literal— y me ayuda a enfrentarme a su the end.
(AUTÓMATA) Autómata de aburrimiento. “Soy Antonio Banderas y quiero que empecéis a darme vueltas con la cámara. Yo lloraré, gritaré y susurraré, sin término medio, mientras un apocalíptico y robotizado planeta se desmorona. Además, reservarme un papelito para Melanie a ver si se arregla la situación, que últimamente no lo llevamos muy bien”. A ver Antonio si ha sido este filme la gota que ha colmado el vaso, porque la peliculita se las trae. Se pueden positivar los créditos en escala de grises y con cierta historia detrás que nos ahorra un metraje superior, pero desde ahí la historia no se sujeta. No entiendo bien qué quieren contar ni quiénes son los buenos y los malos. Empezamos el día con película española con pinta de española (buena) y acabamos el día con película española con pinta de yankee (mala). Ahí lo dejo. Mañana más.
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