El recurrente recurso de dejar el rostro de Enzo en primer plano y, de fondo, el resultado de todas sus decisiones —cadáveres, desafectos y sentencias— es, junto a las palpitantes y bien filmadas carreras de coches (una cuarta parte de la película), lo mejor de la última propuesta de Michael Mann.
Cierto es que estamos ante un producto que se diluirá en los propios gases de su combustión, con nulos procesos memorables y con una secuencia impactante, pero con un CGI bastante discutible. Aun así, como divertimento y para tirar un poco de hemeroteca al salir del cine, tiene argumentos a positivar. Poco más que decir sobre la existencia afectiva y corporativa de Enzo Anselmo Giuseppe Maria Ferrari.
¡Ah! Sí. Una cosa más. La forzada italianidad de Ferrari le resta fuerza interpretativa, rigor y credibilidad a la narración. Ese inglés con acento romagnolo, al igual que aquel inglés con acento colombiano de Loving Pablo, no es nada lógico si lo que quieres es llegar al gran público. No es nada lógico, quieras donde quieras llegar. La próxima vez que hablen en inglés sin subrayar regiones. O mejor, la próxima vez que hablen en italiano.
No Comment