(CINE NECESARIO) Hace ya algunos años, pocos días después de la muerte de Rafael Azcona, hice mi primera reseña para una pequeña publicación cultural del barrio de Benimaclet de Valencia. El apartado de crítica cinematográfica venía bajo el epígrafe “Cine necesario” y el primero de los artículos fue para un film, más que necesario, que estos días celebra su medio siglo de vida. Y tanta vida. Con este título entiendo frases de ciertos críticos aseverativos que utilizan expresiones latiguillo como: “de obligado visionado”, “imprescindible”, “obra maestra absoluta” o “¡vedla, cojones!”. He cambiado el estilo a la hora de redactar, soy algo más personal y digo más tacos. Aún así, aquí tenéis la crítica de El verdugo que hice para su cuarenta y tres aniversario; que sirve para sus bodas de oro y que servirá para su quincentenario:
En uno de mis viajes en tren de cercanías, un adolescente sentado enfrente de mí le decía a su pareja que sí; que alquilarían una película, siempre y cuando ésta no fuera ni española ni en blanco y negro. Lo único que yo esperaba en esos momentos es que la película fuera solamente una excusa para que la velada acabara en cópula. Qué pena, pensé también para mis adentros, este chico nunca podrá disfrutar de El Verdugo. Pero tranquilo, ya la veré yo por ti, y por todos los que, como tú, no ven cine español ni en blanco y negro.
El Verdugo, película española de 1963 y rodada en blanco y negro, es en mi opinión una de las obras cinematográficas más redondas que se han filmado. Ejemplo de estructura, diálogos y manejo de la cámara, Luis García Berlanga y el gran guionista Rafael Azcona hacen innumerables alegatos y sátiras contra la España de la época.
Os cuento. Un empleado de una funeraria se ve obligado, presionado por el padre de su mujer —un verdugo a punto de jubilarse— y para no perder la posibilidad de conseguir una vivienda pública, a acceder al puesto vacante que va a dejar su suegro. Cinta tan necesaria como estimulante, El verdugo continua tan fresca como el primer día y necesitaría toda la revista que tienes en tus manos para expresar todo lo que dicen y se puede decir de esta obra.
Sirvan estos párrafos como un pequeño homenaje al recientemente fallecido Rafael Azcona. Uno de los más grandes guionistas (y no, no digo del cine español) que fue capaz de convertir el diálogo en arte, a los guionistas en protagonistas y, como en el caso de El verdugo, el cinismo en cine.
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Dentro de 50 años seguirá siendo ejemplar.
Dígalo.