Vivimos tiempos de regeneración. Y el cine, como disciplina de impacto masivo, intenta adaptar sus representaciones a las nuevas e ineludibles demandas. Era necesario que las denuncias no fueran solo dirigidas a la corrupción política sino también al silenciado abuso de poder y al machismo extremo que campó —¿y campa?— a sus anchas en el establishment. La oligarquía de los grandes grupos de comunicación deben empezar a purgar. Y no solo eso. Parece ser que los realizadores de comedias donde el chiste sexual es el gran protagonista igualmente ambicionan hacer desagravio. No obstante, el director de Algo pasa con Mary acabó ganando el Oscar a la mejor película en 2019 y el de Road Trip y Resacón en las Vegas es el actual poseedor del León de Oro. Para dirigir El escándalo el elegido ha sido Jay Roach, cineasta encargado de llevar a la gran pantalla las barrabasadas del espía Austin Powers.
El escándalo no ha logrado, ni mucho menos, el impacto de Green Book o Joker; pero el intento ha estado bien nominado en los premios recientes. Bombshell, —su título original— es una película tan necesaria en su mensaje como poco convincente en su plasmación. Demasiado pendiente de su montaje, de no desafinar en sus diálogos y de reiterar matices, la historia de cómo Fox News se vio agitada por la denuncia de un grupo de mujeres a su director Roger Ailes por acoso sexual, ha acabado siendo un telegrama del que nos sabíamos el final y, por lo tanto, carente de tensión y de una mayor profundización psicológica. Una pena. Pues ha acabado siendo un ejercicio tan conservador como el canal de noticias al que amonesta. Quizá, algo menos.
Pero esto trata de positivar, lo sé. Y, amén de que era necesario contar el suceso, la película se sostiene gracias a su metraje y a sus comprometidas y excelentes actrices. Además, las miradas acusadoras al espectador por parte de sus protagonistas parecen querer decirnos que el #MeToo es un grito necesario. Y lo es.
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