(DESENCADENADÍSIMO) Vi la película hace apenas tres días y ya se me empieza a diluir. Que no digo yo que no me lo pasara bien, sino que esa contundencia visual, ese hiperbolismo constante y esos diálogos tan tarantinianos duran lo que duran en pantalla y con el tiempo se te hacen bola. No sé si el tío Quentin está haciendo una trilogía de la venganza —al estilo Park Chan-wook y su brutal Oldboy—; porque ya sean judíos indignados, una experta en artes marciales plantada en el altar o un esclavo que quiere recuperar a su esposa, la sed de resarcimiento sangriento está a la orden del día. Quizá sea un rumor, pero creo que el director que más dice “fuck you” prepara una tercera entrega para la saga Kill Bill. De todos modos, reitero mi sonrisa continuada y mis ojos entrecerrados a ratos durante las casi tres horas de proyección de Django desencadenado. Si hay que ver una película de acción, de manchas rojas en el objetivo, de matones verborreicos, de explosiones panorámicas y de, como dice mi madre, “muchas mentiras”, prefiero a Quentin Tarantino… y de largo.
Libertad es lo que ansiaba Django para poder recuperar a su esposa y libertad es lo que ha tenido Tarantino en su primera incursión en el western. Esa libertad para no hacer caso a los acontecimientos y que nada limite su creatividad, algo de agradecer en el cine y que tanto impacto en Malditos bastardos. Pero estamos en el salvaje oeste; y el director se ha desplazado algo hacia el sur pero ha respetado más que nadie lo de salvaje. Una película bárbara y violenta desde el minuto uno hasta sus créditos de cierre.
Los planos están planteados con una profundidad tremendas, y si te sientas demasiado próximo a la pantalla puedes perderte cantidad de detalles. Hay homenajes al spaghetti y a sus megazooms vertiginosos que acaban con la mirada del pistolero. Hay guiños a las películas del oeste más clásicas y americanas y a sus pausadas escenas de taberna. Hay Morricone. Hay una banda sonora interesante y a ratos descontextualizada: me encantó que sonara un rap en la secuencia donde los esclavos mandingos se dirigen a ser subastados. Hay intérpretes en plena forma, destacando, como todo el mundo ha hecho, a Christoph Waltz. Hay marcas de la casa como la de rescatar actores perdidos en el trastero hollywoodiense, que en esta ocasión se llama Don Johnson, y como la de hacer un plano desde dentro de un maletero, aunque esta vez tendréis que buscar a Wally. Y hay una aparición del auténtico Django, pues Franco Nero tiene su momento para luchar por la causa. Vamos, que la trama es un pretexto argumental que deja espacio a esas enormes y dinámicas secuencias tan del realizador. 160 minutos donde explayarse y expresarse a sus anchas y con un ritmo interesante, aunque la parte final es bastante caótica, acelerada y poco fluida; pero como lo que importa es reventar cabezas, pues no pasa nada.
Aunque me gusta más el estilo Reservoir Dogs, Pulp Fiction o Jackie Brown, Django desencadenado es la película que esperaba. Y si Quentin Tarantino usa siempre dos palabras para titular sus películas, voy yo también a usar dos para definirla: Está guay. Y volviendo a citar a mi madre: “y pare usted de contar”.
A positivar la escena del Ku Klux Klan, que parece sacada de los Monthy Python y a mí me pareció poco Tarantino. Pero mira, es la secuencia que más me gustó. Y si no te parece bien, igual te meto una jodida bala en tu puta cabeza.
1 Comment
He tardado en leer la crítica, pero aquí estoy. Muy de acuerdo en lo que dices: se goza en el momento (aunque no durante sus 160 minutos), pero está a mil jodidas millas de otras cintas del autor. Servidor es muy fan de la segunda etapa de Tarantino, la «hiperbólica», pero creo que no estamos ante el despliegue de ‘Kill Bill’ o la grandeza de ‘Malditos Bastardos’. Eso sí, estamos ante una película de acción jodidamente buena, una puta maravilla de violencia y frases lapidarias que hace que los trajes de superhéroes parezcan pijamitas de verano.
Larga vida al Tío Quentin.