Ahora que las nuevas instancias solicitan humanizar al héroe y que la coyuntura envejece y hasta jubila al superhombre, aportándole conflictos mortales y haciéndole sufrir para conseguir sus propósitos, el señor Eastwood va un paso por delante y decide que sea el propio actor el que se tambalee en pantalla. Clint, a lo largo de estas productivas décadas, ha conseguido que sus personajes se transmuten en franquicia; porque es a Clint y a su pulso firme y decidido a quien vemos en sus películas: se llame William Munny, Thomas Highway, Walt Kowalski o, incluso, Harry Callahan. Pero si los personajes afamados del cine nunca mueren porque solo hay que cambiar de intérprete, el cine de —y con— Clint Eastwood desaparecerá con él. Eso seguro. Y nos apenará mucho, aunque siempre nos quedará la videoteca.
No es una defensa a ultranza de una película denostada por los redactores de dietarios, es simplemente positivar la realidad subyacente. Contemplar Cry Macho desde el romanticismo decadente de quien siempre lo espera todo del director de Sin Perdón es un error. No conozco la novela de Richard Nash, pero el guion adaptado parece adaptarse a las inclemencias físicas del actor principal, a la poca contundencia del resto del reparto y, por qué no, a una pandemia. La forma de solucionar las secuencias en las que, de normal, Clint hubiera sacado su pistola o sus puños a pasear, se cierran con una actitud indolente acomodada a los 90 años de Mike Milo (el personaje protagonista). Es una película que se ve sin más, esperando a cada instante la huella del Malpaso, que, en este caso, no es que sea malo sino corto y desequilibrado.
Aun todo lo dicho, él es Clint Eastwood y nosotros no. Y la manera de colocar la cámara, fuera de registros modernos, manoseados y reformados, sigue siendo clásica e imperecedera. Y aunque no le ha salido una buena película, deja unas líneas de diálogo para el recuerdo que indican que él sabe, perfectamente, el producto resultante y que la dictadura del machote está en el ocaso: “Esta cosa del macho está sobrevalorada”, “No sé cómo curar la vejez” o la categórica “Antes era muchas cosas, ahora no”.
Entran créditos. Suena el bolero Sabor a mí.
No Comment