Al contrario que en el resto de películas que hablan de músicos, donde la hipérbole del género ‘biopic’ ensancha conflictos familiares y acontecimientos extralaborales para agrandar el mito, en Bohemian Rhapsody todo empequeñece menos lo que ya conocemos: la música.
Salvo los orígenes de Freddy Mercury, no es esta película la documentación exhaustiva de una carrera, sino que, salvo en esa forma cíclica e innecesaria de plantearse, el guión expone lo que fueron los primeros quince años del grupo de forma lineal y sin detenerse en complicaciones. Cada aprieto se resuelve con una canción nueva de la banda.
En conclusión, Bohemian Rhapsody es un entretenimiento sin resentimiento que no arriesga, como sí lo hizo Queen, para llegar a millones de espectadores, como también hizo Queen. Una película que se canturrea porque todos nos sabemos la letra. Fácil: sí. Disfrutable: también.
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