Es interesante e, incluso, enriquecedor darse cuenta de cómo el cine de denuncia sustituye su posición puramente social o los efectistas biopics para adaptarse a las líneas del género. Manipular el terror o el thriller para algo más que crear sobresaltos robustece su intento de atrapar masas. Eso es lo que han elaborado, como ya viene haciendo Jordan Peele, Gerard Bush y Christopher Renz con Antebellum. Aunque han pecado de autocomplacencia.
Verónica es una escritora de éxito que queda atrapada en una terrorífica realidad cuyo misterio debe resolver antes de que sea demasiado tarde. Tanto estas líneas de sinopsis como el cartel o el tráiler desprenden intencionalidad. Sospecho que el pasado reciente de los directores como realizadores de campañas publicitarias tenga algo que ver. Su labor publicista lastra también ciertos momentos del filme. ¿Es cine de terror? ¿Survival? ¿Thriller? ¿Denuncia del racismo histórico que no se desprende nunca de la sociedad estadounidense? Pues de todo un poco. El problema es la brocha gorda que no cesa en ningún momento del metraje. Los tres actos, muy diferenciados, supuran mensaje a cada instante y el deseo de conocer el final es lo que más mantiene a Antebellum. Eso y su parte formal.
¿Positivar algo? Pues claro. La película es entretenida, que todo hay que decirlo. Asimismo, esa crítica evidente al supremacismo y al patriarcado necesitan desplegarse. Por lo tanto es una obra a valorar. Quizá, cuando los cineastas no tengan tan claro el concepto de la campaña y hagan un cine más reflexivo, podamos hablar de algo más importante.
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