“Arriesgué mi vida por este país y ahora tengo que atracar un banco para poder operar a mi esposa”. Y hasta aquí el compendio de Ambulance. Plan de huida. Ese apósito final que le han añadido al título en su versión castellana es la película en sí: de los tres actos de la obra, el nudo representa el 90%, o sea, unos 120 minutos de huida.
Michael Bay ha propuesto una producción muy Michael Bay. Para mí es excesiva y agotadora, pero a los incondicionales del director angelino, ojo, puede darles un Stendhal. Doscientos millones de planos por secuencia, drones que filman helicópteros que filman ambulancias, unos actores sobreactuados que cambian tan rápido de emoción como de cargador y una música subrayadora en exceso son las líneas de actuación que Bay sigue aplicando a su cine. Y bien que hace. No engaña a nadie.
Aunque se me ha hecho muy (pero muy) larga, siempre hay cosas a positivar; como la secuencia en la que, mientras la ambulancia huye de la policía, intervienen, a pecho abierto, a un policía herido. En serio, en plan gore. O las autorreferencias, con citas a La Roca y a Bad Boys. También hay elementos menos positivos, lógicamente; como que, después de discutir los dos protagonistas (a hostias, por supuesto) se pongan a cantar una canción de Christopher Cross. ¿De verdad? ¿Hacía falta?
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