Mucho tienen en común Alcarràs (2022), de Carla Simón, y Lo que Arde (2019), de Oliver Laxe. No solo por su trascendente naturalismo, sino por su forma cíclica de desafiar al texto. Incluso, en ambas, una excavadora marca el transcurrir de lo contado. La hipnótica introducción de la película del director franco-español, entre eucaliptos y árboles milenarios, se sustituye aquí por tres niños que juegan dentro de un coche achatarrado. La infancia, otra vez recurrente en la inquietud de Carla Simón, se define como una ingenuidad inmortal frente a la innovación. Ellos no entienden ni juzgan el cambio, no valoran que una forma de vida empiece a desmoronarse, desconocen que el sustento familiar tiene las semanas contadas. Ellos solo saben que una máquina infernal acaba de destruir su nave espacial. Porque sí, tanto en la realidad adulta como en su bisoña ficción, los malos acaban ganando.
Los malos se han quedado el terreno familiar, repleto de melocotoneros, ya que en su día el abuelo no firmó ningún papel. Al presente, en su última temporada, la cosecha marcará el fin de un ciclo vital y capital que ha durado 80 años. La citada excavadora necesita el latifundio yermo para instalar placas solares. Es el futuro. Un futuro que no se ve de cerca porque llega arrasando voluntades e imprimiendo una transformación azarosa sobre todo aquel que nunca pensó en la revolución.
Así, todo este percance afecta a los personajes, surgidos de un casting milagroso, que han hecho suya la exposición con tanta firmeza que asombra hasta la incredulidad que no sean ellos los damnificados, que no sean familia; que no hayan nacido actores… porque ahora ya lo son.
La historia puede parecer menor para algunos e inmensa para otros (es lo que tienen las tramas que rascan en conciencias lejanas para muchos de los que observan). Sin embargo, es la forma de contar la que hace mella. Es en el costumbrismo, estudiado, humilde y arduamente planificado, donde Carla Simón conmueve y se hace inmensa. Y si apostamos por ver Alcarràs en pantalla grande, el instante, además, se hará memorable.
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