(EL EDDIE FELSON DEL FOLK) No sé si es la mejor película de los hermanos Coen; demasiado me gustó Fargo para tal aseveración. Al igual que pocas veces lo he pasado tan bien como viendo El gran Lebowski. Lo que tengo claro es que A propósito de Llewyn Davis es una buenísima película. A mí me gustó mucho. He de decir, también, que el cine de buscavidas —presidido por la obra maestra de Robert Rossen— es un cine que me interesa. Paradójicamente, las historias de perdedores me tienen ganado.
Llewyn Davis tiene una vida triste y cíclica. Búsqueda de sofás donde acomodarse. Búsqueda de clubes donde demostrar y desarrollarse. Búsqueda de la supervivencia. Tour sobre el Village neoyorquino con una guitarra y sin abrigo. Poco más que alegar sobre su línea argumental. Vacía y repetitiva para unos. Contundente, descriptiva e intencionada para otros; para mí. Empieza el protagonista pateado en un callejón para, a continuación, ir hacia abajo. O, mejor dicho, para quedarse como está.
Fotografiada y planificada impecablemente, en A propósito de Llewyn Davis hace frío. Y el frío se ve y se nota. Una frialdad que transita en los márgenes del Hollywood complaciente. Del mismo modo que Llewyn se mueve en la periferia de la industria musical de la época. La unidad familiar, las drogas, el comunismo, el sexo o un tema tan en boga como el aborto son, en manos de los fraternos cineastas, toda una declaración de intenciones con canto de sirenas de fondo. Odisea amada de los Coen.
No es un biopic de un músico que triunfa a pesar de que todo lo tiene en contra. Es una película sobre un cantautor que va de gira por la vida. Un solista forzado interpretado por un tal Oscar Isaac: un actor y ex-cantante perfecto en su papel y desconocido para mí (hasta ahora), a pesar de haber participado en Ágora y en Drive. De los secundarios, qué decir. Son los hermanos Coen. Los padres de Jesús Quintana vuelven a presentarnos un elenco sensacional: Carey Mulligan (tremenda), Justin Timberlake (sorprendente), F. Murray Abraham (el maestro Salieri vuelve a saber lo que le conviene) y John Goodman (brutal). Pero no es cuestión de los actores solamente. Los personajes de reparto, nada gratuitos, representan un imaginario de los que sacar un spin-off de cada uno. También sale un gato.
A Eddie Felson en el mundo del billar y a C.C. Baxter en el mundo de los temerosos, se les ha unido Llewyn Davis en el mundo de la música. Felson, Baxter, Davis & Asociados.
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