(UNA NOCHE DE FURIA) Hay películas que, como pasa con Faemino y Cansado, o te gustan mucho o no te gustan absolutamente nada. Edmond —la película, no la persona— es uno de esos films que generan debate por la forma de plantearlo y por lo declamado de su discurso. No podía ser de otra manera, teniendo en cuenta que se trata de un guión de David Mamet basado en una obra de teatro suya; y el lenguaje teatral y los grandes monólogos puede que no gusten a todo el mundo a la vez que pueden parecer algo pretencioso. Aunque su idea central no es nada insólita, pues habla del hastío de una persona y de la necesidad de cambios y de novedad, sí lo es su forma de dialogarla y de enfrentarse al tema. Edmond —la persona, no la película— es un hombre de mediana edad; un periodo de la vida de las personas que la Wikipedia define como una etapa de cuestionamiento personal que coincide con la mitad de la edad que se tiene como expectativa de vida y donde, debido a una serie de transiciones experimentadas (envejecimiento, muerte de los padres, menopausia, etc.), pueden reflejarse cambios significativos en aspectos clave de la existencia de esas personas, como por ejemplo las relaciones personales, el matrimonio o el trabajo. Y la definición de la Wikipedia puede valer como sinopsis de Edmond —la película y la persona—.
Que el protagonista de la película sea el gran William H. Macy, el perdedor de Fargo o el gafe y hecho polvo de The Cooler, ya nos indica que a problemas no le va a ganar nadie. El porqué de todo empieza con la poco original asistencia de Edmond a una bruja, la cual ve en las cartas su futuro y su presente: “tú no eres de donde perteneces”. Un principio del cambio que se rematará con las quejas de su mujer con respecto a la rotura de una lámpara por parte de la criada. Y como se necesita poco para explotar cuando estás encendido internamente, el extraño Edmond deja a su mujer y se va de casa en cuestión de segundos para empezar su incesante caída a los infiernos.
Primera parada: un bar, cómo no. Y allí el hombre de mediana edad se encuentra con otro hombre de mediana edad que le explica que lo que le ocurre es que tiene los huevos llenos de amor y que debe satisfacer su apetito de placeres deshonestos. A partir de ahí empieza una walk movie a través de diferentes burdeles encaminado hacia un final espectacular. Pero antes debe regatear el precio de las prostitutas, lidiar y sufrir los envites de trileros, debatir con violentos proxenetas y filosofar sobre el racismo, la homofobia, la muerte y la vida mediante frases de autojustificación tan potentes como “En el mundo somos demasiados, por eso nos matamos”, “Vivimos en la niebla. Vivimos en un sueño” o la que resume sus inquietudes: “Todo miedo esconde un deseo”.
Un dato a destacar es que Edmond está dirigida por Stuart Gordon, realizador de películas como Re-Animator o la española Dagon: la secta del mar. Quizá era perfecto escoger a un director de películas de terror para contar esta historia tan terrorífica. A positivar al protagonista principal y dueño absoluto de todas las secuencias de la película: el inmenso William H. Macy.
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