(CINE DE VERDAD) Una película de filmoteca, de videoclub especializado o de esas rarezas que nos encontramos en La 2 después de la película que hacen después del telediario que hacen después de Días de cine. La leyenda del tiempo, de Isaki Lacuesta, viene catalogada en la mayoría de archivos online como documental o falso documental o docudrama. Para mí es simplemente un peliculón.
Cuenta la leyenda que existe un lugar, que no es una isla, pero que le llaman La Isla de San Fernando. Un lugar donde en las salinas se puede jugar a guerra de bolas de nieve, donde las marismas se convierten en escenario de enamorados y donde el flamenco está en el aire y Camarón en cada esquina. En ese tablado vive Isra, un niño gitano de 13 años que ya no canta flamenco por respeto y luto a la muerte de su padre. Y a ese lugar se arrima Makiko, una japonesa que no quiere la instantánea de un cantaor y una bailarina, sino que quiere saber expresarse y sacar todo lo que lleva dentro gracias al flamenco.
Cine fusión, con estilos neorrealistas, vérité y documentalistas, que alcanza un producto nuevo, fresco y rodado siempre con una gran dosis de improvisación. Según Lacuesta se les planteaba una situación a los actores para, a continuación, dejarles delante de la cámara y hacer tomas muy largas y sin cortes. Una forma de rodar que acabó con un bruto de 80 horas. Después del montaje, que se me antoja que fue complicadillo y laborioso, se consiguió una obra de 115 minutos donde todo fluye y, aunque todo parte de una fábula del director, acaba siendo cine intensamente real; cine de verdad.
Isra sabe cantar pero se niega, ni siquiera le canta a la chica que le gusta; y Makiko quiere cantar pero no sabe. Isra quiere viajar al extranjero y Makiko viene a La Isla desde muy lejos. Dos narraciones paralelas, invertidas y entrelazadas que se desempeñan perfectamente hacia, más que un final, una conclusión. La historia del niño, sus trances con la familia (sobre todo los impagables conflictos con su hermano) y sus flirteos con una amiga son memorables, y los diálogos de Makiko con el hermano de Camarón y con un amigo —también japonés— que consigue al poco de llegar a la ciudad son, si bien no tan reales como los de la historia de Isra, intensos y llenos de mensaje.
Genial. Funde a negro. Entran créditos.
No Comment