Hereje, en exposición fílmica, es una especie de escape room de temática teológica, al principio mental y que, en su desarrollo, se torna más físico. Dos jóvenes mormonas que predican la palabra y buscan nuevos feligreses a puerta caliente se encuentran, en una de sus misiones, con un erudito sesentero que quiere desmontar el discurso de las misioneras. No es que al señor no le interese el credo que profesan, es que no le interesa ninguna clase de religión.
La primera parte, intensa y extraordinariamente dialogada, parece una charla TED alargada y repleta de argumentos. El agnóstico demuestra su teoría mediante un proselitismo invertido y utilizando símiles con juegos de mesa, plagios musicales e, incluso, aludiendo a Star Wars. Estamos ante la palabra como juego de tensión bien modulado y donde los sustos están más en la cabeza del espectador y de las jóvenes protagonistas. Hugh Grant, que interpreta a ese erudito sesentero, está tremendo y convincente en su papel. Y no intenta coquetear con nadie. Más bien todo lo contrario.
Ahora bien, al dejar tanta teoría y pasarse al lado práctico del asunto, al pedirle a las mormonas que intenten salir de la casa (parte física del escape room), la película se vuelve más frecuente y acaparadora de tópicos del género; aunque, hay que decirlo, no pierde fuerza dramática ni suelta el concepto del guion. De agradecer. Y ahora voy a oír Get free de Lana del Rey.
No Comment