Damián Szifron, que nos tenía huérfanos de entretenimiento desde sus Relatos Salvajes, se ha pasado por Hollywood para enseñarnos su buen hacer. To Cath a Killer, en nuestras salas reconvertida en Misántropo, es un entretenidísimo y efectivo thriller de investigación con muchas aristas en su trasfondo. Hay lugares comunes y referencias claras. Pero también hay Szifron en todos los recovecos del relato.
La película empieza en Nochevieja en Baltimore. Un tirador, disimulado en las alturas, aprovecha los fuegos artificiales y las fiestas en las azoteas para dejar 29 personas sin aire ni resaca. Un prefacio oscuro, con pulso y espectacular, digno del mejor cine de acción y que bien vale la entrada a la sala, que da paso a la investigación. Un agente especial del FBI, interpretado por el contundente y rasgado Ben Mendelsohn, opta por una policía local de la ciudad para ayudarle a descubrir al asesino, interpretada por la últimamente prolífica y compleja Shailene Woodley. La elección de una investigadora tan rasa es porque su pasado esconde una personalidad que quizá, aunque sin violencia hacia los demás, se acerqué a la del psicópata.
Desde El silencio de los corderos hasta Seven, pasando, en serio, por Relatos Salvajes, están circulando continuamente por la mira telescópica de Misántropo. Y si a esto se le añade cierta crítica política, social y ligeras censuras al lobby de las armas estadounidense, el resultado es algo más que un buen y recreativo policiaco.
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