Miguel Garay dejó de hacer cine hace muchos años. Hizo una película y dejó otra por terminar debido a la desaparición de su actor protagonista. Ahora vive en Almería. En un terreno frente al mar que comparte con una pareja de veinteañeros. Por las noches beben y tocan la guitarra. El chico joven y él cantan a dúo My Rifle, My Pony and Me como si fueran Ricky Nelson y Dean Martin.
Una película que referencia a Río Bravo no será nunca una mala película. Y menos si para hacerle homenaje utiliza a dos personajes de fecundaciones tan separadas que, a uno de ellos, ese tal Howard Hawks le debe sonar a jugador de la NBA. Sin embargo, es lindo unir a la generación de las plataformas con la de las grandes pantallas en una secuencia tan emotiva como optimista. El momento en cuestión sobreviene dentro de Cerrar los ojos de Víctor Erice y expone su visión vital de una industria que, cuando quiere, transmuta en arte. O, por lo menos, el arte que espera cada cual. Él mismo ha dicho en la rueda de prensa que “el cine, en tiempos de miseria, nos permitió sentirnos ciudadanos del mundo y elegir a nuestros maestros” y que “el arte ha sido el elemento fundador de todas las culturas”. Así es y así será. Enorme cineasta es el maestro Erice por poco que se prodigue en las carteleras. Pero estamos de suerte. Hoy mismo, día 29 de septiembre, hay un póster de su película en muchas salas de este país. El póster no mola. La película sí. Y mucho.
Un amor es la película debate del festival. A mí me encanta. A mí me horroriza. Como si fuera necesario que los quehaceres ajenos nos deban convencer siempre en su totalidad. La última creación de Isabel Coixet tiene unas formas que enganchan, de cuerpos retozando, de interpretaciones notables, del mundo rural. No somos nadie para debatir sobre los deseos femeninos y en Un amor se esfuerzan por definirlos. Son complejos. Son fascinantes. Como fascinante ha sido O corno de la donostiarra Jaione Camborda. Mi favorita de toda la sección oficial. Una película sobre el deseo de ser madre y sobre el deseo de no querer serlo. Un relato poético y contundente, en la Galicia de principio de los 70, que nos expone que el milagro de la vida y el de hacer cine pueden enlazarse. En O corno utilizan los gemidos como cauce narrativo. Gemidos de dolor, de placer, de esfuerzo y de lamento que sucumben en una escena final sin sonido directo. Ahí tenemos que imaginar. Denle la Concha.
Más cineastas noveles. Las debutantes Peng Tzu-Hui y Ping-Wen Wang nos cuentan una historia que puede parecer menor, pero que habla de la convivencia desgastada y del duelo inesperado con una sutileza y una concisión tal que otros realizadores hubieran requerido mucho más metraje. Un anciano cascarrabias que siempre ha dependido de su esposa se las tiene que arreglar cuando enviuda. Sin miserias filmadas, con más contenido del que parece, las dos directoras han construido un mural contundente sobre la necesidad de necesitar.
Con The Royal Hotel, la australiana Kitty Green vuelve a denunciar esa masculinidad tóxica que encierra el mundo. Esta vez pasa del mundo empresarial y el fuera de campo a la barra de un bar. El acierto de Green es que nos cuenta una historia de mujeres acosadas constantemente con unos códigos formales cercanos al thriller e, incluso, al slasher. Un disfrute de película.
Xavier Legrand dejó el listón alto con su Custodia compartida y lo ha bajado un poco con Le successeur, al igual que Robin Campillo nos ha bajado las pulsaciones a todos con La isla roja. Un thriller cómico, por exagerado, el primero y una discutible obra que no sabemos adónde va el segundo. La película de Legrand se parecía en concepto a la japonesa Great Absence. Volver a la casa paterna tras muchos años de ausencia voluntaria y tener que volver a conocer a tu progenitor. Estas tres no las recuerdo bien. Se han amalgamado.
Puan, de María Alché y Benjamín Naishat, sí ha sido buena competidora. Las andanzas de un profesor de filosofía que necesita reencontrarse o, mejor dicho, reubicarse tras la muerte de su jefe de cátedra, mentor y mejor amigo. Una película con unos intérpretes en estado de gracia, perfectamente guionizada, con un recado contundente sobre la enseñanza pública y que nos hace querer saber más sobre la filosofía política. En serio.
Vista ya toda la sección oficial a concurso, esta es mi quiniela (o mis deseos). Mañana comprobaremos si tengo visión o sigo siendo un tío con presbicia fílmica.
CONCHA DE ORO A LA MEJOR PELÍCULA:
– O corno de Jaione Camborda.
PREMIO ESPECIAL DEL JURADO:
– Un viaje en primavera de Peng Tzu-Hui y Ping-Wen Wang.
CONCHA DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN:
– Raven Jackson por All Dirt Roads Taste of Salt.
CONCHA DE PLATA A LA MEJOR INTERPRETACIÓN PROTAGONISTA:
– Griffin Dunne por Ex-Husbands ex aequo con Julia Garner por The Royal Hotel.
CONCHA DE PLATA A LA MEJOR INTERPRETACIÓN DE REPARTO:
– Leonardo Sbaraglia por Puan.
PREMIO DEL JURADO AL MEJOR GUION:
– María Alché y Benjamín Naishat por Puan.
PREMIO DEL JURADO A LA MEJOR FOTOGRAFÍA:
– Rui Poças por O corno.
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