Salir de una sala de cine con sensaciones tan contradictorias como satisfactorias no es corriente en una época en la que la apuesta es siempre sobre seguro. La narrativa actual, sea cual sea su género, busca la aprobación de una audiencia con inquietudes y gustos cada vez más amplios. Es tan complicado gustar a todes como que te caigan tres rayos encima el mismo día. Y más, cuando hablamos de la sexualidad y del género, pues la percusión no ha de ser oficial o enseñada sino libre. En la miniserie de HBO Years and Years, creada por Russell T. Davies, una de las adolescentes protagonistas confesaba que era trans. Una revelación que fue inmediatamente amparada por sus comprensivos progenitores. Pero, al precisar que no era transexual sino transhumana, estes la mandaron a su cuarto sin cenar. Resulta que ella no eligió su destino biológico y se sentía más a gusto dejando su caparazón y convirtiéndose en eterna información en la nube. Hay que respetarlo. Del mismo modo que hay que respetar que estés más a gusto entre automóviles que entre personas de carne y hueso. Siempre y cuando —y ahí está el meollo de Titane— no le hagas daño a nadie y respetes la decisión de cada une.
Titane parte de un sueño de su directora que se le repetía cuando finalizó su primera película, de título Crudo. Y esta frase encierra todo un universo tan difícil de absorber como el propio filme en el que estamos. No es necesaria una sinopsis si nuestro propósito es entrar en una cinta que destroza estereotipos. Solamente contar que estamos ante una película que deja huella; un delirio audiovisual con instantes extremadamente incómodos que aporta, tras su visionado, más recados y reflexiones de los que parece que te está contando en el momento. Si quien lee esto es de los que piensa que el cine se está amalgamando y convirtiendo en episodios de una misma historia, le urjo a ver Titane. Solo un pequeño espóiler que sucede en los primeros minutos: Alexia copula con un coche y se queda embarazada de la máquina. A partir de ahí, todo se vuelve increíble.
He intentado, disculpad o no, como parte de la crítica, utilizar de modo conveniente el lenguaje inclusivo. Obviamente no se me ha dado nada bien. Sin embargo, a Julia Ducournau se le da de maravilla. Vayan al cine. Vayan.
No Comment