En la magnífica secuencia final de La red social vemos a Mark Zuckerberg, con la cara de Jesse Eisenberg, delante de su ordenador pidiendo amistad, en su propio invento, a una novia de la universidad y refrescando constantemente la página. La cámara sutilmente va haciendo zoom a la cara del protagonista y, por contra, a la fotografía de su ex en el perfil. Los ojos del personaje parecen mirar mucho más allá de la pantalla que tiene delante; mientras, con algo de actitud soberbia, deja caer su cabeza sobre el respaldo de la silla. Entra una música: Baby, you’re a rich man de The Beatles.
Empezar la reseña de El juicio de los 7 de Chicago con una referencia a Fincher y su deslumbrante película sobre el creador de Facebook, no es, ni mucho menos, con intención de herir la sensibilidad de Aaron Sorkin (si lee esto, que deje un comentario). Es una fácil comparativa de lo que, a mi parecer, debe ser un desenlace. No hacen falta ovaciones, subir el volumen de la música y un ‘¡oh capitán, mi capitán!’. Aaron Sorkin ha escrito los guiones de los dos filmes citados y sabe de qué hablo. Simplemente tiene que posicionarse. En El juicio de los 7 de Chicago ha elegido la imparcialidad para hablar de la imparcialidad. Ha abusado de los chistes y no deja nada para el debate. El espectador coherente sabe quiénes son los buenos y quiénes son los malos y no es necesario llegar a la caricatura extrema de los interlocutores. A uno de los 7 de Chicago lo detienen justo cuando estaba salvando de que violaran a una chica unos pijos fascistas en medio del revuelo de una carga contra manifestantes, ¿en serio? Y así hay unas cuantas. Exactamente todas. Su película, señor Sorkin, es tan complaciente y axiomática como entretenida y de ritmo ejemplar. Solo es que me hubiera gustado que se adaptase más al discurso de lo narrado y no al de lo que espera ser visto.
No hay que enfadarse. La composición de Aaron Sorkin es, como ya he redactado, enormemente entretenida, con unos diálogos expeditivos, con unos actores dándolo todo y con una cadencia tan medida que es imposible no verla de un tirón. Véanla y lo pasarán bien. Muy bien. Al final he positivado, que conste en acta.
P.d.: Ahora me siento mal. Y encima os he destripado el final de La red social.
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