Una de las citas recurrentes de Marshall McLuhan dice que “estamos en un coche yendo hacia el futuro utilizando solo nuestro espejo retrovisor”. Contemplamos el pasado con languidez y prosperamos intentando insistir en nuestra comodidad. Bendita fórmula, esa de la repetición, cuando un pequeño genio se desgrana anualmente como tratamiento contra la evolución. Su irrupción en el formato digital y los móviles, como alternativas a las cinematográficas y románticas cabinas, deben haberle supuesto todo un esfuerzo. La atemporalidad narrativa y acogerse a actores jóvenes que no emplean términos como lol, random o spoiler, sino que se expresan como catedráticos de la lengua, son, en su última etapa, melancólicas costumbres que no se deben perder. Si Woody Allen leyera esta tramposa introducción a la crítica de Día de lluvia en Nueva York, seguro que me sacaba a McLuhan de detrás de un cartel para que me pusiera las cosas en mi sitio, diciéndome que no sé nada de su obra y que no tengo ni idea de lo que escribo. Y bien que haría.
Resulta admirable su agilidad para dialogar escenas y su facilidad para conseguir enunciados que pasarán a engordar libros de frases de cine. “En esta universidad hay más mononucleosis que asignaturas”, “lloro en los entierros y en las bodas, y por el mismo motivo”, “Kurosawa técnicamente no es europeo. Bueno, la verdad es que Kurosawa técnicamente es japonés”, “el periodismo es el segundo oficio más viejo del mundo”, “Todo tiene que ver con el sexo. Hasta la economía tiene que ver con el sexo”, “La felación debería formar parte de la Bar Mitzvá” o “La vida real es para quien no puede llegar a más” son ejemplos de un guion aforístico rodeado de un argumento que sirve de armazón y de virtuoso pretexto para evidenciar viejos temas y desasosiegos.
Vamos, que lo ha vuelto a hacer. Con altibajos, con linchamiento, con parón; ha vuelto a entretenernos con su necesidad de contar historias. Y el año que viene, para más regocijo, los diálogos se sentirán por las calles de Donosti. Amén.
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Eterno amor a Woody y a tus sabias críticas 🙂