Es extraño apreciar, tras el visionado de Sauvage, que la única secuencia con tonadas cómicas, sea la apertura del filme. Pues es, a su vez, una descripción franca de los diálogos, miradas, situaciones y, sobre todo, el universo que rodea a Léo. Lo gracioso tiende a evaporarse tras la titulación de la película; sin embargo, el resto se acrecienta.
Sauvage es Léo. Léo tiene 22 años y se prostituye con hombres sin contar monedas ni debatir intenciones previas. No le importa la circunstancia, la edad o la capacidad. Sus clientes aprovechan, igual que él, todos los momentos de ternura que tienen. Es algo más que un intercambio comercial. En palabras de Camille Vidal-Naquet, director de la película: “A Léo no le importa besar a alguien o tomar a un hombre en sus brazos. No comparte el cinismo o desapego de sus compañeros de trabajo. De hecho, le reprochan su actitud, que perciben como una falta de profesionalismo. Ellos están allí para hacer dinero, mientras que Léo lleva su placer dondequiera que lo encuentre”. Léo bebe de charcos y escupe a los trenes. Léo no está cómodo en un sofá, pero puede dormir en el rincón más mugriento de su ciudad. Léo es salvaje e infantil. Es Léo.
Léo está hecho para ser amado, como bien le rebate Ahd, un platónico compañero de acera con una visión mucho más amarga y práctica de la situación. “Búscate un abuelo y sal de este mundo”. Una evasión que Léo no concibe. Y yo, desde mi cómoda butaca y temerosa existencia, no soy nadie para juzgar. Sirva para acentuar esta actitud del protagonista, la fantástica escena de Léo en la consulta de una doctora que le examina, humana y médicamente, y le ayuda a intentar salir de lo que ella presume una vida desdeñada; pero que Léo no cree así. Un cuadro fílmico que incluye un abrazo inesperado, mientras la doctora le ausculta, que es, desde ya, la secuencia del año. Igual que la película.
Un equipo técnico primerizo y un equipo artístico con poco currículum —impresionante Félix Maritaud—han realizado una sensacional película. Cada línea de guión, cada plano de sudor, cada secuencia sexual, cada sonido y cada personaje están presente para engrandecer la historia. Una historia enormemente dura, explícita y salvaje, salpicada de unos destellos de humanidad y sensibilidad que aturden.
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