Jordan Peele, realizador que no me arrebató con su aclamado debut, cuadruplica su presupuesto y la pantalla se lo agradece. Su talento, en solo dos largometrajes, salta a la vista: no solamente por su imponente aplicación de los códigos del género, sino por su asombrosa sinfonía en el montaje. El ritmo, sobre todo desde la aparición del elemento detonador, es portentoso y la integración de la comedia en la secuencia más impactante del filme es deslumbrante. Una escabechina, al ritmo de los Beach Boys y con un altavoz inteligente, tipo Alexia, como testigo, es una secuencia por la que vale la pena pagar una entrada. En serio, aunque sea el día del espectador.
En Nosotros, una mujer vuelve con su familia al hogar de su infancia. Cuando se hace de noche, cuatro siluetas aparecen en el jardín de su casa. A partir de ahí, deberán enfrentarse a algo desconocido y luchar por su supervivencia.
Los referentes que rodean la película son de novedad escasa: el hombre extraño con pasaje bíblico apuntado en un cartón, la familia asediada en el inviolable refugio de su domicilio, las siluetas extrañas que persiguen a los pobres ciudadanos, los espejos que reflejan algo más que lo obvio o el doppelgänger (todos tenemos un doble por ahí rodando) ya han sido esgrimidos en alguna ocasión. Enumerad. Sin embargo, todo hay que decirlo, a Jordan Peele le sirven para trabajar una historia uniforme y, aunque algo reiterativa, con pocas subtramas que nos alejen de la matriz.
Como ya hizo con Déjame salir, la diferencia de clases, la denuncia racial, el capitalismo o una sociedad norteamericana extremadamente dividida vuelven a aparecer en Nosotros. Es de alabar que el director no se agarre al terror como puro entretenimiento y que quiera hacer pensar. Quizá el único problema estribe en la reiteración y en un trazo algo grueso a la hora de explicar porqués. Por todo lo demás, muy entretenida. Aunque las chicas que salieron delante de mí de la sala dijeran, palabras textuales: “menuda mierda de películas estamos eligiendo últimamente. Y encima, ahora, me da miedo bajar al parking”. Si es que nunca estamos contentos.
No Comment