En 1988, los medios estadounidenses difundieron un affaire entre una joven modelo y el candidato y favorito a la presidencia Gary Hart. Un senador y abogado, con carisma y sobradamente preparado, llamado a ser el relevo de los mandatos republicanos de Reagan. Sin embargo, el mundo del periodismo empezaba a cambiar y era más importante ser un pulcro, armado y fiel americano que un buen político. La vida privada era tan importante como la pública. Y, para algunos grupos de comunicación, más.
Jason Reitman, como ya hiciera con su gran debut Gracias por fumar, vuelve a poner en entredicho la extraña libertad del pueblo norteamericano. En El Candidato no utiliza la sátira ni el exceso para plantear la diatriba sino la objetividad distante y el cambio de escenario constante para embeberse de todas las partes incumbidas en la trama. Nunca vemos al candidato –muy bien Hugh Jackman— en sus momentos de retozo, incluso el coqueteo queda enmascarado tras una personalidad amable y que busca el voto. El espectador es, al igual que los reporteros, un asistente que intuye. Son los momentos familiares e íntimos los que nos dan la información necesaria para acabar de posicionarnos. Lo demás es campaña y entresijos del que parecía que podía ser un buen presidente de los Estados Unidos. Esas elecciones las acabó ganando George H. W. Bush. Y no es spoiler, no me jodáis.
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