El riesgo del cine de Steve McQueen va decreciendo conforme avanza su filmografía. Su talento sigue intacto y la producción en aumento, sin embargo el adaptar su discurso narrativo a un público más acomodado puede convertirle en un realizador más. Aunque yo seguiré viendo sus películas.
De la mierda, orines, llagas, heridas sangrantes, vómitos y de un diálogo sin cortes de más de 20 minutos, con los que empezó su carrera, hemos pasado a una película, intensa y muy bien rodada, que corre el riesgo de diluirse en nuestra memoria. Un entretenimiento mayor, pero con poco recado al que agarrarse.
Viudas, versión cinematográfica de una miniserie británica de principio de los 80 que apasionó al director, nos cuenta como cuatro mujeres, que nunca han coincido y con nada en común, heredan una gran deuda debido a las prácticas delictivas de sus recién fallecidos maridos. Tal suceso les obliga a dejar sus quehaceres para forjarse un futuro: van a ver qué tal se les da el trabajo de sus cónyuges.
El feminismo del filme es claro; acaso algo excesivo debido a que todos los hombres que pululan por la escena tienen algo turbio en su recámara: los maridos de las protagonistas, un pastor protestante, líder de su comunidad, que se vende al mejor postor; dos políticos que bregan por sus votos con la corruptela como solitario nexo, matones blancos, negros e hispanos y hasta un joven millonario que cambia amor por presidentes estadounidenses. Únicamente el interesante papel del chofer de la protagonista deja algo de sensibilidad y de futuro para la humanidad. Aún así, estamos ante una película de acción con unos personajes perfectamente tratados en su intimidad y con pulso en su actividad. Una película, muy por encima de la media, que complace a casi todos y que posee en su montaje y en su elenco todo un ejercicio de buen gusto. Enorme actriz es Viola Davis, por cierto.
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