Es interesante ver el reflejo de inquietudes que derivan del imperceptible intento de agradar a las masas. Querer contar, con poca ayuda, o con ninguna —como es el caso de #seguidores, de Iván Fernández de Córdoba— es querer rodar de forma personal, valiente y pura. Indiscutible amor al cine de baja intensidad y alto calado. 10 películas han pasado por la sección oficial de largometrajes de la 33 edición del Cinema Jove y todas ellas han querido manifestarnos algo y ponerle voz a sus creadores. Películas que será complicado que salgan a dar vueltas por circuitos magnos y, una pena, esperarán con expectación a que una idealista distribuidora les sirva de altoparlante. Sin embargo, la suerte va ligada al egoísmo. Yo sí las he visto.
El japonés Takaomi Ogata, cinéfilo y cineasta, constante figura en la taquilla del festival, denunciaba, entre fundidos en negro, el problema del acoso cibernético y el estigma social que puede acarrear un vídeo porno en el que ni siquiera has participado. The hungry lion es una película que nos hace cómplices a todos —sociedad, pareja, familia, individuo, pandilla o medio de comunicación— de lo que supone el simple acto de mirar y juzgar. Mínimos movimientos de cámara y secuencias enmarcadas donde se plantea una situación, se resuelve y se denuncia. Puede que un tercer acto algo alargado sea, a su vez, el más contundente en su crítica al amarillismo de una prensa japonesa (extrapolable around the world) que espera, como una hiena, a que el león se quede sin hambre.
Cambiando de solución formal y de discurso, Jibril se enunciaba más conversada y menos alejada. Una aproximación física a unos personajes que se enamoraban a pesar de que uno de ellos estaba en la cárcel. Un amor de visita concertada, de estómago y poco raciocinio, que adelanta el matrimonio (se casan por teléfono en una gran secuencia) a la reflexión.
El cine de náufragos, para el director y coguionista de #seguidores, nada tiene que ver con conchas de tortuga convertidas en abrevadero o cabañas con techo de hoja palmera, sino con ausencia de wifi. La hipocresía del nuevo influencer, cuya credibilidad viene marcada por sus maneras de persuadir y no por su instrucción, quedan en primer plano en una obra bizarra (buscad las acepciones de esta palabra en la R.A.E y veréis la contrariedad del ajeno lenguaje popular, así como los adjetivos adaptables a la película de Iván Fernández de Córdoba). Dobles parejas enfrentadas por una realidad alarmante que a nadie respeta. En Apocalípticos e integrados, Umberto Eco partía de dos posiciones opuestas ante la cultura de masas para hacernos ensayo del comportamiento general. En #seguidores nos muestran a una dupla altamente integrada para llevarnos hacia el apocalipsis. 76 minutos, con cierta vacilación en el diálogo, cuyo argumento es tan pujante que puede minimizar el todo. Sin embargo, la propuesta de debate y las formas de un cineasta auténtico, creedme, nos piden saber más. Iván no dejes de rodar.
Genesis fue la película más larga e inmersiva del festival. La cámara sigue a unos personajes —parece ya un recurso del cine húngaro— que nos dan la espalda; al igual, que la sociedad se la ha dado a ellos. Algo le falta para alcanzar la redondez de su estructura. Aun así, el mensaje está muy claro. No sé. Quizá sea esa la carencia. Mientras redacto estas líneas, en serio, me entero de que acaba de llevarse la Luna de Valencia al mejor largometraje por “arriesgada y conseguir una identificación del espectador con la historia”. Mi favorita era Vakuum y, definitivamente, este dócil blog es muy malo en las quinielas. Aunque la película de Christine Repond se ha llevado la Mención Especial del Jurado, también conocido como segundo premio.
Se cerró mi Cinema Jove con Silent Night, de Piotr Domalewski. Y mientras en la gala de clausura recibía los galardones a la mejor dirección y al mejor actor, yo veía este Parenti serpenti sin Monicelli que nos contaba un día señalado en la vida de Adam. Sin la potencia del director italiano, pero con unos diálogos que no adornan sino que aportan, la Nochebuena de esta familia rural polaca se nos mostraba llena de clandestinas individualidades y de pasados que no abandonan. Una buena película que acabó por completar una más que correcta sección oficial; sin nombres, pero con cine.
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