Sí. Cuando se trata de Allen, sinceramente, me he vuelto un conformista. Como una vez leí: si me tienen que suministrar más de lo mismo, que me lo entregue el director de las gafas de pasta negra. El problema (problemilla) radica en que uno se dirige al cine con las miras algo mansas, aguardando que la pelota que lanzó en la genial Match Point no fuera una amenaza y acabara conquistando su último título; y a partir de aquel punto, se esté ganando la vida con partidos de exhibición. Su asombrosa puntualidad, a la hora de ofrecer su película del año, es de agradecer, sin embargo no la acabo de entender. Ponerse fecha en una obra es algo lógico, pero limita la capacidad para redondearla y convierte la artesanía en una cadena de montaje. Y más sabiendo que él tiene el poder absoluto. Sus últimas películas se nos amalgaman en la mente, destacando secuencias por encima de trabajos completos. Pero esto es A Positivar y, aunque Café Society no es –ni de lejos– Match Point, ni ninguna de las grandes, sí es de las mejores de sus últimos años. Siempre el último verano es el que más calor hace.
Ahora, esa dualidad constante que nos irrumpe en la filmografía reciente de Don Woody, se transforma en celuloide. En Nueva York hay cultura y en Hollywood hay cine. En Nueva York hay gangsters y en Hollywood hay productores. En Nueva York hay modelos y en Hollywood hay actrices. En ambas ciudades hay mucha gente. En ambas ciudades hay soledad. Café Society cuenta la llegada a Hollywood del joven Bobby Dorfman. Sobrino de un magnate del cine, se enamora de la secretaría de éste. Estamos en los años 30. Bobby Dorfman es judío.
Añoranza a tope, primera película en digital de Allen y un Storaro haciendo virguerías con la fotografía son puntos fuertes que, junto con los diálogos de siempre (para mí no es nada despreciativo), chascarrillos sobre el judaísmo y un amor tan inolvidable como quimérico, consiguen una buena película… y con un final coherente y circundante. Con los actores principales tengo mis dudas: Jesse Eisenberg, actor de un solo registro, imita a Woody Allen y Kristen Stewart hace lo que puede. Mención aparte merecen los secundarios, mucho menos titubeantes y susurradores, y, sobre todo, Steve Carell que, una vez más, vuelve a estar enorme. Al tiempo que acabe siendo un icono a la altura de Bill Murray. Echadle papeles.
Bonita película Café Society. Digan lo que digan. Y el año que viene más. Y, en medio, una serie de seis episodios. Increíble. Yo volveré a esperar lo mejor; y si no me lo da, que me dé más de lo mismo.
1 Comment
A mí me gustó bastante. En los últimos años, Woody Allen hace dos tipos de películas: esas en las que tiene una idea y la desarrolla más o menos bien (Midnight in Paris, Blue Jasmine, Café Society) y las otras, en las que no tiene gran cosa, pero las rueda igualmente (Conocerás al hombre de tus sueños, A Roma con amor, Irrational Man). Es lo bueno y lo malo de su estricta ética del trabajo.