La verdad es como la poesía. Pero la mayoría de la gente odia la poesía
Esta oración sin culto es de las frases más claras que aparecen en la didáctica película de Adam McKay, de título y mensaje claro pero de diálogo complejo, La gran apuesta. Yo, que mi último examen de la carrera fue Economía de primer curso, estuve atento a ese dinámico desarrollo entre un Scorsese con menos tacos y una complicidad con el espectador del estilo de 24 Hour Party People, pero su discurso me turbó y me despistó por más que me lo contase Margot Robbie tomando un baño de espuma o Selena Gómez jugando al blackjack.
Términos económicos llevados a un extremo extraño para un blockbuster con ansía de Oscar, pero que deja claro su recado: los que sabían lo que iba a pasar, los que lo esperaban o los que no lo sabían, todos ellos, apostaban sobre seguro los muy cabrones. Llegados a Las Vegas, donde los magnates no apuestan tanto porque ahí sí pueden perder, la cosa cambia de ritmo y se lanza hacía un final que —sin spoiler— todos sabemos. Por desgracia. Más cine sobre la crisis de interesante estructura y que entretiene, pero que no se entiende: quizá prefiramos no entenderlo. Es mejor, sin embargo, que la crítica de La gran apuesta venga de la gente noble y auténtica:
“Me ha gustado. La verdad es que me ha gustado. Aunque no entendí nada”
Sandra Arrúe
“Me gustó. Eso sí, tienes que tener conocimientos financieros. De lo contrarío estás perdido. Me gustó mucho más que la de Dicaprio y el oso: esa era aburrida de cojones”.
José Cervera
“Menuda panda de hijos de puta”
Manolo Ruiz
“Un videoclip de dos horas”
Jaime Sebastián
“Entonces, ¿qué es un CDO sintético?
Ramón Álvarez
“Reconozco que al principio me costó seguir la narración ante esa fragmentación del relato y la abundante jerga financiera utilizada, con esos conceptos económicos pomposos que parecen serios y rigurosos pero que esconden eufemismos de fraudes clásicos”
Pau Vanaclocha
“A mí me gustó más la de Dicaprio. No hablaban y era más fácil de seguir. Me sentí algo rubia. (literal)”
Ángela Ortega
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