(UNA PALOMA SE POSÓ EN UNA RAMA A REFLEXIONAR SOBRE LA EXISTENCIA) Tenía algo de pereza. Me refiero para escribir esta crítica, no para ver la película. Pensé que no eran horas de enfrentarse al folio en blanco tras una obra que te deja algo aturdido. Sí que me gustó, eso por delante. Sin embargo me daba pereza expresar todas las impresiones que me transmitió Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia. Especulé con la idea de escribir treinta y nueve frases cortas sobre las 39 secuencias a plano fijísimo del film sueco. O con hacer un texto de tintes surrealistas y algo impostados que, a pesar de su vacío de contenido, hiciera del todo algo vistoso. Pero las dobles lecturas del cinéfilo convertirían mi perorata en un reproche sobre lo insustancial de Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia. Por fin lo decidí: intentaría sensatamente apostillar mi opinión sin más pretensiones que expresar lo que vi, lo que oí, lo que entendí y lo que no. A más de darme cuenta de que escribiendo el título de la película —enunciado prácticamente imposible de tuitear— unas cuantas veces, los párrafos aumentarían considerablemente su extensión. Que no su mensaje.
Parece una película desmedida, sin término medio. De esas que apasiona a unos y horroriza a otros. Son tan pocos mis seguidores que podría poner los nombres y luego dividirlos por bandos. Antes de nada, aportar tres datos objetivos para notificar al que pretenda ir al cine a ver el trabajo de Roy Andersson que la cosa viene anticipada: ganó el León de oro en el Festival de Venecia, con todo lo que conlleva el certamen italiano. El extenso título, no se puede negar, es algo pretencioso, pero también sitúa en preaviso. Y por último, y en palabras del director: “En Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia hay escenas oníricas que carecen de explicación”. Informados quedáis.
“Cómo escribir dos párrafos y no decir absolutamente nada”. Que no. Leed entrelíneas y entenderéis que, por lo menos, no hablamos de un producto fílmico al uso; sea cual sea su uso. Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia maneja el vacío existencial y la alienadora rutina con un arte pocas veces visto en la gran pantalla. Utiliza la vida de dos perdedores; dos tristes vendedores de artículos de broma que vertebran muchas de las escenas de la película para presentarnos una intrínseca visión del destino del ser humano. Un film muy, muy, muy pictórico que vale la pena, aunque sea sólo por la exagerada calidad formal. Hay cuadros que nos fascinan aún sin entenderlos. Tres formas de entender la muerte: En cualquier momento, con herederos interesados o en cualquier lugar. Muchas formas de entender la vida. Vidas grises sobre tonos verdosos. Una colección de momentos ligados donde transitan los dos protagonistas vendiendo bolsas de la risa y colmillos de vampiro espetando que quieren ayudar a la gente a divertirse. Solamente tras el cristal de un restaurante vemos a unos hombres reírse; mecánicamente, pero ríen. Un hombre en un despacho de gran empresario, o de banquero poderoso, sujeta una pistola en una mano, puede que pensando en su inmolación, y un teléfono en la otra mientras le dice a su interlocutor: «Me alegra saber que todo te va bien». Hipocresía del desierto existencial. Cada uno que saque sus conclusiones, porque Andersson nos propone en cada secuencia (como deseábamos de niños para no dar clase) que hagamos debate. Y así hasta el final. Destacando (sinónimo de positivando) el fascinante acto en el que, en un frío bar donde la gente ve pasar las horas haciendo nada, aparece el rey Carlos XII que aprovecha la parada, camino de la Batalla de Poltava (cruzada de 1709 perdida con los rusos que significó el fin del Reino de Suecia), para pedir un vaso de agua y, de paso, llevarse algún que otro ‘voluntario’ a la lid. Poco después vuelve derrotado de la guerra, pero esta vez lo que quiere es orinar. Magnética.
Quizá no me he expresado bien. Quizá no se entienda nada. Quizá toda la melancolía del film no se vea reflejada en este texto. Quizá me he extendido demasiado (gran culpa es del título, ya sabéis). Quizá. Todo es un quizá. Pero leed otras críticas sobre Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia y os daréis cuenta de que sólo vosotros podréis valorar esta película inclasificable. Dicen que comedia. Dicen que drama. Dicen que absurda. Yo creo que vale la pena.
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