(YA LA HE VISTO) Will Smith, esa rutilante estrella de cine que es capaz hasta de quitarle protagonismo a Pablo Motos, y Margot Robbie, dupla sentimental de DiCaprio en El lobo de Wall Street, protagonizan Focus. Un film dirigido por los autores de Phillip Morris, ¡te quiero! y la sobrevalorada Crazy, Stupid, Love que tiene claro hasta donde quiere llegar. Glenn Ficarra y John Requa utilizaron en su ópera prima a Jim Carrey, para su segunda película aprovecharon el tirón taquillero del imperturbable Ryan Gosling y en su actual estreno vuelven a disponer de un actor inédito y poco reconocido. Chica guapísima y actor de requetenombre, más un cartel de Ray-Ban y unos paseos por los talk shows más importantes y a adueñarse de la taquilla.
Focus está dividida en dos claros actos, más que nada porque aparece un “tres años después” a mitad del metraje para que no nos perdamos ripio. La primera parte, o de presentación de personajes, va directa al grano: chica conoce a chico, chica intenta estafar a chico, chico es el mejor estafador al norte de Río Grande, chica le propone a chico que le enseñe a perfeccionar el noble arte del descuideo, chico le mete en la organización y, de paso, a ver si le mete otra cosa. La segunda parte ya es otro cantar. Se busca un nuevo golpe —o quizá el único golpe de la peli— y se vuelve a juntar a parte de la banda. El problema es que el espectador se empieza a saturar de lugares comunes y de giros inverosímiles que es imposible que pillemos porque no tienen mucho sentido. Supongo que los realizadores han estado más pendientes de la saga Ocean’s eleven que de Pickpocket o de Nueve reinas, porque los fuegos artificiales y la estética de videoclip están presentes a la espera de que el príncipe se nos ponga a rapear.
Un film tan seguro de sí mismo; tan afianzado en una pseudohistoria de amor y tan precipitado en que no les pillen los malos, que ni siquiera meten un conflicto policial en la trama. Es más, creo que no aparece ningún sólo policía ni en Nueva York, ni en Nueva Orleans, ni en Buenos Aires. Todo se basa en juegos de manos y de cháchara; en engañar a todo el que pase por ahí, incluso al espectador. El problema estriba en que todas las estafas vienen explicadas a continuación de ser ejecutadas. En serio. El único debate que pueden dejar a los que miramos desde fuera se anula en cuestión de segundos. En serio.
A positivar que, sobre todo la primera hora, se ve bastante bien; que todo indica que no habrá Focus 2 y que ésta ya la he visto.
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