– ¿Has visto la última de Woody Allen?
– No. La verdad es que el título no me llama nada. Y eso que esta vez lo han traducido literal.
– Pues a mí me ha molado.
– Tú no eres objetivo cultureta —así en plan despectivo—. Hasta te gustó Vicky Cristina Barcelona y A Roma con amor.
– Y El sueño de Casandra.
– Eso. Y el truño ese. A mí desde Balas sobre Broadway no me ha gustado casi ninguna. Bueno sí, Match Point también me pareció buena.
– Claro, porque no sale él.
– Pues igual sí, tío listo, porque me da un asco. Si se ha casado con su hija el cerdo.
– Yo estoy hablando de cine. Y era adoptada.
– Lo que sea, pero es un degenerado.
– La hija no era suya. Era de Mia Farrow y de su exmarido.
– ¡Joder, tenía 19 años!
– Los mismos que Mia cuando empezó a salir con Frank Sinatra, que también tenía 50 y pico.
– Vete a la mierda.
– ¿Entonces no vas a ir a verla?
– No.
– Venga. Dale una oportunidad. Va de un mago, que no cree en la magia verdadera ni en el amor verdadero, que quiere desenmascarar a una presunta médium. Dura poco más de hora y media y se pasa volando.
– No voy a ir.
– Sale Emma Stone y lo hace genial.
– ¿En serio? ¿La de Zombieland?
– Sí.
– Me da igual. No quiero.
– También sale Colin Firth.
– ¿El de Mamma Mia!?
– Ese.
– No me vas a convencer.
– Es ligerita. Pero con sus típicos debates metafísico-psicológicos; de esos que hacen pensar.
– Que te jodan a ti y a los debates metafísico-psicológicos. No pienso ir a verla.
– Relájate, es Navidad.
– Por eso. Prefiero ver Los fantasmas atacan al jefe o Qué bello es vivir en la tele. Además, ¿qué piensa Boyero?
– Ni idea.
– Pues vaya crítico de garrafón estás hecho.
– Sólo te recomiendo que, si te apetece ir al cine, esa es una buena opción.
– Exodus mejor.
– Pero si esa ya la hicieron. Es como Los 10 mandamientos. Está ya visto el tema.
– ¿Y en la de Woody Allen no? —así con retintín—.
– La verdad es que ahí tienes razón. El tema es recurrente en la filmografía de Allen.
– ¿Tema recurrente? ¿Qué coño dices? Pedante, que eres un pedante.
– Que sí. Que hablan de Dios, de amor y de la muerte y de lo racional frente a lo irracional. De sexo un poco menos.
– Vamos, de lo de siempre. Y con musiquita de jazz —así con retintín—.
– Joder. Pues no vayas. Pero que sepas que no sale Woody Allen.
– ¡Anda! Haber empezado por ahí.
– ¿Entonces vas?
– Ni de coña.
– Pues que te den por el culo.
– Gilipollas.
– ¿Nos tomamos unas cañas?
– Mira, eso sí.
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