(ALGO DE VAHO) Que la guionista fuera la misma de Secretary (Steven Shainberg), aquella película morbosa y desconcertante protagonizada por Maggie Gyllenhaal, tenía su puntito. Que la intérprete principal fuera la inquietante Julianne Moore tenía dos puntitos. El principio de la película, con un monólogo interior al estilo Drive (Nicolas Winding Refn), pero con una prostituta como narradora, auguraba algo, por lo menos, sugestivo. Pero después la cosa fue perdiendo su alma. Eso sí, con altibajos, oscilaciones y bamboleos varios.
Narrada pausadamente y con elegancia, la película fluye perfectamente pero sin profundizar en prácticamente nada. La historia, un remake de una película francesa llamada Nathalie X (Anne Fontaine), cuenta como Catherine (Julianne), una ginecóloga de éxito preocupada por si su marido (Liam Neeson) le pone los cuernos, contrata a una prostituta llamada Chloe (Amanda Seyfried) para hacerle una prueba de fidelidad y, de paso, que ésta le cuente hechos morbosos. Ya sabemos cómo funciona todo esto, aunque lo pasemos mal, nos gusta saberlo todo, todo y todo.
A todas estas, el director de este querer y no poder es Atom Egoyan (Exótica), buen realizador y, sobre todo, buen director de atmósferas, pero que esta vez, creo, que no ha estado a la altura; quizá por ser su primer encargo-remake.
A positivar alguna secuencia de esas subiditas de tono (pero sin pasarse), por su fotografía, su dirección y sus cristales con vaho. A positivar también a Julianne Moore, aunque quizá me falte subjetividad con esta mujer. Y a positivar, sobre todo, a Amanda Seyfried, por cambiar de registro y hacer un papel diferente y arriesgado y por tener esos ojos tan grandes.
Y para terminar, solamente comentar que creo que ya no voy a utilizar más el recurso de los paréntesis (¿para qué?).
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