(EL CARNÉ JOVEN DIRÁ LO QUE QUIERA) Es de ese tipo de película que ves y piensas que habrá debate: “Deliciosa” o “Pretenciosa y estúpida modernez” o “Conmovedora, afrancesada y convincente joya” o “Ajustada a los parámetros del nuevo cine Mainstream, Frances Ha resulta ser un buceo absoluto en la nada” o “Genuina y pequeña obra maestra escondida en los arrabales del cine hollywoodiense” o “No entiendo el desamparo que siente esa lenguaraz y petulante joven (…) todo en ella me carga” o “Un lucido film que se constituye como un soplo de autenticidad; un oasis dentro de una cartelera uniforme y vana” o “Mala”. Me parto. Voy a parar porque me lo estoy pasando en grande y se me va el hilo. Criticonova: construye tu propia crítica con frases hechas de auténticos y reputados críticos de cine y conviértete en un blogger molón.
Ahora yo. Empieza al estilo de las Manhattan o Annie Hall y luego ves ese toque de la Nouvelle vague, aunque sea por las camisetas a rayas negras que llevan algunos de los personajes y porque sale un París desenfocado. Me pareció distinguir que también había un guiño a Billy Elliot, cuando la protagonista corría y danzaba por la calle al ritmo de Bowie, y luego resulta que no. Que es un claro homenaje, dicen, a Mala Sangre, del torturado e inclasificable Leos Carax. Lo sé. Necesito ver más cine. Aunque a mí me sigue recordando a Billy Elliot. La crítica es mía y me la follo cuando quiero.
Otra cosa guay es que, a pesar de que la total protagonista es una chica de 27 años que vive en Nueva York, no hay romance. Qué pocas películas hay donde no gira todo alrededor de ese compañero de trabajo que está buenísimo e ignora a su compañera: esa chica de las gafas, torpe, acomplejada, que vive con un gato y que tiene un vecino gay. No. Frances Ha habla de encontrar tu lugar y, por eso, los diferentes escenarios vienen previamente rotulados en pantalla con una dirección y un código postal que los ubica. Pero el lugar de Frances no es una vivienda, sino un espacio no físico que le haga surgir del estancamiento que le ha proporcionado la movilidad ajena. Ella sigue jugando a las peleas, bailando regular en una academia y soñando con lo que quiere ser de mayor. Y le gusta ser así. Porque, y este es el resumen del film —por lo menos para mí—, cada uno entra en la madurez cuando le sale del… alma, de su ambición o de la situación. El Carné Joven marcará la franja que quiera, pero la juventud se alarga y los cambios lógicos llegan más tarde. Y no lo debe marcar la corriente principal o el qué dirán, sino algo más etéreo. ¿El qué? Ni puta idea. Te das cuenta y ya. Y para mí, el señor Baumbach lo ha contado muy bien.
Sin olvidarme de Greta Gerwig, espectacular protagonista y co-guionista de la cinta, a positivar una historia, que abre lecturas sobre la desorientación ¿involuntaria? Y para acabar más con un estilo surgido del Criticonova, aquí va mi frase para el Filmaffinity: “a mí me ha molado”.
2 Comments
¡Me gusta más tu crítica que la película! Aunque fui al cine consciente de ser «target», al final ni fu ni fa, pero tienes razón en las cosas que destacas: que no entra en tópicos de «peli de chicas» y que, efectivamente, la peli va de que cada cual madura cuando le sale del c@#o. Pero me incordiaron sobre todo los diálogos: un cruce de frases supuestamente ingeniosas no es una conversación. Por eso no me encajan las referencias a Woody Allen.
Ah, y a positivar a David Bowie, SIEMPRE.
[…] ya nos hablaba de los supuestos límites de la juventud y del mal llamado síndrome de Peter Pan en Frances Ha, sigue en La Gran Manzana aportando sus ágiles diálogos —en colaboración con la, además de […]