(VOZ EN OFF) “Sabes esa sensación, cuando estás sin trabajo, sin pareja… no sé… sin rumbo. Y una mañana te levantas muy temprano. Todo sigue dormido y tú ahí, sin saber qué hacer. Intimidado por el silencio. Y de repente lo ves muy claro. De repente entiendes que tienes que cambiar tu vida y marcharte lejos”. “Sabes esa sensación, cuando estás muy lejos de casa, y una mañana te levantas con el sol. Y todo está… no sé… en su sitio. Y de repente entiendes que el cambio de vida que buscabas no vas a encontrarlo en ese lugar ni en ese viaje. Que simplemente te tienes que volver a casa.”
El cine como terapia. No como terapia evasiva para el espectador, sino como tratamiento para el director. Al igual que Juan José Millas parecía querer curarse con su “mundo” y se nos desvestía página tras página, a León Siminiani parece que le pasa igual y nos traza el mapa de su existencia vigente. Deja a la novia, el trabajo le deja a él y dice: pues me piro a encontrarme. Me voy a la India, que está lejos y me lo ha recomendado una amiga. Eso sí, me llevo mi cámara y de pasó escribo un diario. Eso es lo que encontramos en Mapa. Más de cuatro años de las páginas grabadas del diario íntimo de León Siminiani.
Me sentí cercano a lo que el cineasta quería contarme o, quizá, a lo que yo quería oír. Quería que su terapia también me sirviera a mí. Quería que me lo contara a mí. “Sabes esa sensación…”. Sí, la sé. Mapa surgió de la duda y de la indagación y debe encontrar ahora a su público. Paseé embobado por la arquitectura humana de la India y volví con él a Madrid a ver si conseguía sus propósitos. Cuando empezaba a desvariar y la película se desviaba hacia lo social —pobreza, 15M, etc.—, yo egoístamente quería que volviera la cámara otra vez hacia él. Y parece que me escuchaba y lo corregía inmediatamente. Y León pedía perdón. Me lo estaba contando a mí.
Todas las canciones hablan de él. La música como réplica a sus demandas. La música como subterfugio. La música para subrayar instantes. La música para cambiar realidades: genial el momento en el que utiliza canciones que, según él, no funcionan con la imagen. Amén de que la música ayuda a amortiguar una voz en off que, sin componente melódico e instrumental, hubiera acabado siendo demasiado contundente. Mapa cuenta un fragmento de la historia de León Siminiani. Y es su voz en off la protagonista total del itinerario.
Que no asuste el experimento, que la cosa fluye. El ritmo es ágil, tiene armonía y cadencia; hasta utiliza estribillos visuales. Aparecen clímax involuntarios (el guión se escribe sólo). Es también una pequeña y relajada guía de viajes. Incluso hay una secuencia —a positivar— en la que León Siminiani se obliga a contarnos, en tan sólo cuatro minutos, un salto de dos años en la narración, espectacular.
Cine de periferia, a los márgenes de la industria, que hace falta. Una película, Mapa, nada convencional. Una película por la que al director siempre le preguntan, como si fuera Vila Matas, qué hay de real y qué de ficción en el relato. Según el director no se inventa nada. A mí, sinceramente, me la suda. Es cine. Y del bueno.
No Comment