(“NENE, VAS A PERDER ESE AVIÓN”, “LO SÉ”) En los primeros minutos de Antes del anochecer, Celine le cuenta a Jesse una impactante historia que le ocurrió de joven: su padre mató a unos gatitos metiéndolos en una bolsa con éter y le ocultó el hecho hasta pasados bastantes años. El relato sobre los mininos marcó bastante a Celine. Pues bien, cuesta creer que Jesse todavía no supiera nada de todo eso. Y más sabiendo que son una pareja cuya coyuntura se basa en el diálogo y la complicidad. Se conocieron en un tren hace dieciocho años, Antes del amanecer, y pasaron una noche juntos paseando, platicando y seduciéndose por Viena. Se volvieron a ver en Paris Antes del atardecer, nueve años después, y volvieron a intimar a la espera de que saliera el avión de Jesse rumbo a los Estados Unidos; un avión que nunca llegó a coger. El resultado fue pasar de verse muy esporádica e intensamente a vivir juntos. En el momento que empieza la película ya sabemos que Jesse y Celine comparten existencia y tienen dos hijas en común, además del hijo de Jesse de su anterior relación. Son una pareja más; con sus trabajos, sus manías, sus problemas de convivencia, sus reproches, sus suspicacias, sus momentos unidos y sus momentos separados. Son una pareja más y ya no hablan con tanta banalidad e idealismo; ahora conversan sobre hijos, hijas, colegios, padres, suegros y el nostálgico pasado. Supongo que, por eso, a Celine se le ha olvidado contarle a Jesse la historia de los gatitos que tanto le afectó.
La cháchara ha cambiado. Ahora las arrugas de la convivencia y la vida en común han entrado a coger su sitio y a minar el encanto de lo esporádico. Si con veinte y con treinta años no había tiempo que perder, ahora tienen toda la vida por delante. Si antes había que conseguir, ahora hay que mantener. Sí, siguen dialogando (y qué diálogos), pero antes el tema era tan amplio como la enciclopedia universal y, en la actualidad, se ha convertido en un diccionario de bolsillo muy particular.
En Antes del anochecer se vuelve a plantear la acción con un exiguo recorrido pero con gran contenido. Un día en Grecia nos sirve, de sobra, para saber la evolución de la pareja. Están de vacaciones en una isla helena invitados por un veterano escritor. En la cuna de la civilización, en el lugar donde las tragedias son parte de su idiosincrasia, en un país inmerso en una enorme crisis. Las escenas están contadas y los largos planos secuencia fluyen perfectamente por el Peloponeso como fluían por los márgenes del Sena. Los enigmas del diálogo los resolvemos perfectamente con lo que recordamos de las dos primeras obras de la saga y con nuestro propio reflejo. Eso es lo inquietante, el espejo que nos proponen los tres autores de la historia (Linklater – Delpy – Hawke) con nuestros propios encantos y desencantos irradiados; el fluir de las relaciones a modo documental que nos convierte en voyeurs de lo nuestro; pues nada será lo mismo, y menos si se empieza tan fuerte.
Esta vez Jesse y Celine no están solos. Comparten sus momentos con sus mellizas y con los anfitriones de su veraneo. Alrededor de la oriunda mesa se sientan todos los estilos de pareja: desde el amor recién conciliado hasta la viudez de los grandes apegos, pasando por las parejas que se dejan llevar hacia la incertidumbre. Sin embargo, en los protagonistas está el foco, son el centro de todo y una de las grandes dualidades amorosas de la historia del cine. Complicidad entre actores y personajes, Julie Delpy y Ethan Hawke están algo más que creíbles, pues Jesse y Celine ya son parte fundamental de sus vidas y, supongo, que parte de ella habrán pasado a la pantalla. No obstante, Hawke es también escritor y divorciado en la vida real (dedicándole a Uma Thurman su segunda novela) y Delpy es también, como Celine, activa políticamente, atea y cantante folk.
Antes de… lo que quieran. Pero que no paren, y más si los capítulos se separan casi por décadas. Queremos saber más. Queremos saber qué es de Jesse y Celine con cincuenta años, al igual que queremos saber qué será de nosotros. A positivar que, aunque la pareja se estanque un poquito, la saga sigue creciendo.
1 Comment
Germán!
Me encanta tu blog y adoro a Jesse y Celine y también espero que sigan contándonos más de su vida. No he visto la tercera por el miedo a que esas conversaciones universales se fueran a convertir en algo cotidiano y triste pero creo que la veré! 🙂
Por cierto, ¿te he contado que una vez meé al lado de July Delphy?
Maria